Desde la rinconera en que tarde o
temprano se convierte la vida qué, desde entre las manos se va. Desde la
distancia a que se van quedando atrás tantas y tantas aspiraciones en las que
uno no aventuró el primer paso y que ahora añora. Desde el respeto sacro a todo
lo sacro que uno no ha dispensado (no materializado) hasta ahora. Desde la
presencia tremenda que todo lo vano ha tenido en mi vida hasta ahora, que, como
el sol que declinó ayer por la parte de las mares de la aldea y cayó por las
espaldas de Tenerife, así mismo, creo, ha declinado lo vano en mí. Por eso voy a
tomar en mano el acto más noble de quien se precie hombre. Voy a cantar en
alabanza de mi pueblo que en esencia es su/mi santo; a modo de pregón
extemporáneo, en el ecuador de la romería pasada y porvenir. No es un ramalazo
de vanidad y exhibicionismo de este pregonero, (que como tal me dirigiré en
adelante) ni de creída y engreída suficiencia el presentarse aquí en
representación de todos. Lo que mi humilde persona va a llevar a cabo desde una
pobre argumentación escrita a priori, eso, lo podemos hacer y decir todos los
aquí presentes. Cuantos aquí estamos en este no mundano recinto (templo)
ejerciendo de conciudadanos, de convecinos ¡y lo más importante!, de
parroquianos bajo el cayado defensor, ante la dulce y paternal mirada atenta y
continua, y protección sobrenatural que nos asegura nuestro querido santo. Por
lo tanto, desde los santos compromisos del cielo divino.- repito, los aquí
presentes ¡todos! estamos más que capacitados para disponernos y alabar con
soltura de palabra a alguien (virarse y señalar con el índice al santo) que ha
tomado parte en nuestros sueños, decisiones, deseos, y toda motivación. Cuando
habla el corazón las razones son secundarias, espiritualmente hablando; es por
lo que ni nos hace falta la sintaxis ni ninguna técnica literaria expositiva; y
menos los tiempos en que se deben estatuir las distintas partes de la
disertación coaligada. Es mas, cualquier técnica de comunicación humana es
contraria a la única que usamos desde la total y absoluta humildad, para
dirigirnos a los asuntos del paraíso celestial; y en humildad, ninguno de los
que estamos aquí podemos darnos lecciones ¿Por qué? Porque todo el que entra en
la casa del señor, fe, demuestra; y la humildad es compañera inseparable de la
fe. Es por lo que volvemos a decir,- esta vez asegurándolo- que, las técnicas
para la comunicación humana respecto de la oración con lo divino, no dicen nada
por querer decir demasiado desde la razón- y aquí queridos amigos, la razón no
es nadie para comunicar fe, devoción y amor al impoluto hombre que fue en el
mundo, y muchísimo menos para y por lo que es hoy Él en el cielo: el santo de
santos que veneramos.
Les conozco a todos ustedes; a la
mayoría desde la niñez. Me podría dirigir a cada uno y después de llamarle por
su nombre, preguntarle: ¿no tienes un corazón hecho de amor que no te cabe en el
pecho? ¡Yo digo que la contestación sería sí!. Si así mismo preguntara yo a
cualquiera de ustedes: ¿no eres tú, el o la, de empática y conmiserada
personalidad que sólo conoce los límites humanos? ¡yo digo otra y mil veces que
sí! Todos ustedes queridos conciudadanos, de naturaleza buenos y honrados; estoy
seguro, que de estar aquí en mi lugar, ¡incluso sin papeles! costaría un lío
para saber quien lo hizo mejor lanzando alabanzas a nuestro querido San
Antonio.
¡San Antonio Abad bendito! -santo e
ilustre eremita- en este ratito de lectura, que por descontado sabemos que sabes
cuanto vamos a decir; nos has de tolerar y disculpar que lo digamos. Porque es
la única forma que tenemos los tristes humanos de confraternizarnos
inteligiblemente de acuerdo cuantos aquí estamos reunidos; para darte gracias
por tus gestiones ante Dios nuestro señor, para que nos conceda gracias, bienes
y favores, que a tu santísima esencia hemos solicitado directamente. Humildes
hemos de aceptar cuanta leyenda negra y torpe se nos atribuya a los humanos con
el pie en la tierra, porque en sana comprensión debemos reconocer lo desnortados
que vamos por el mundo; sin esa encomiable decisión que tu tuviste y que te
condujo a seguir estrictamente cuando decidiste; junto a tus inseparables
animales, seguir la senda del señor a raja tabla. Que es por lo que, sin lugar a
dudas, la santa madre iglesia católica, después de quedar anonadada por tu
biografía y tras exhaustivos estudios e indagaciones, te erigió en santo y te
subió a los altares. Con tu vida ejemplar; por tu santidad, le quitaste al mundo
(en tu entorno) todo viso de blasfemia; y tu aura y cuanto te rodeaba, quedaba
inmerso, más bien impregnado de rocío celestial cuanto tocabas con tus manos; y
toda iniquidad se salía de tu presencia,- para fuera y lejos de ti explosionar
oliendo a azufre-.
Este es un acto de advocación y
alabanza de orgullosa voluntariedad a nuestro San Antonio, del cual, por su
santísima piedad y causas ganadas, nace en nosotros el fervor para quererle
desde nuestro corazón humano; además de espiritualmente adorarle y venerarle,
porque hemos comprobado que siempre nos ha devuelto el ciento por uno. En cada
una de nuestras vidas dispuso su hombro para que en él se lloraran las negativas
vicisitudes de todo aquel de nuestro pueblo que lo necesitó. Y la prueba de lo
que hizo de su santa mano, está en cuantos aquí estamos reunidos; amén de la
gran cantidad de personas que ya no están entre nosotros. ¿Podríamos presumir
que si estuvieran aquí -por maravilloso milagro-, estarían al total alabando a
San Antonio?. ¡¡Sin duda!! ¿Por qué?. Porque le conocen de trato en el cielo,
ese paraíso, de auras y confines celestiales. No cupiendo la menor duda de que
ello sería así y comprendiendo que no pueden hacer presencia material;
sintámosles en presencia espiritual. ¡¡Porque están a miles con nosotros!! Ahora
mismo con nosotros; hablando al que también fue su patrono en el cortísimo
tiempo que fue su vida humana; que desde siempre por su levedad se ha
caracterizado en este lacerado planeta. ¡Que maravilloso sería el oído humano!
si pudiera sentir el canto divino que ahora mismo están entonando junto a
nosotros miríadas de espíritus en alma; que en el cuerpo de carne y hueso
humanos, y que fueron, allende sus vidas materiales; seguramente no les
contendría el mayor estadio de fútbol que se conozca; y que aquí en este santo
recinto están todos ellos confinados en un solo espíritu. Alabando a San
Antonio; en alabanza compañera, en el espíritu monolítico, que todo lo que está
en el cielo así lo es y lo tiene. De ello no debemos tener la menor
duda.
Tamaraceite tiene de casi todo,
como cualquier otro pueblo tiene casi de todo. Pero todos los pueblos no tienen
lo que ha tenido,-y en muchos casos- tiene Tamaraceite. Por los pregones que
hemos escuchado a otros pregoneros respecto de sus santos patronos; o
advocaciones en honor a vírgenes en un caso y santos en otros, hemos visto que
sin defecto ninguno se encumbra por el pregonero la santidad que la santa madre
iglesia mandó venerar tras la canonización respectiva; y ello es lo que se
debería hacer sin más. Pero como a la sazón hemos visto que también es uso ir
intercalando pasajes del carácter e idiosincrasia del barrio o pueblo, etc.
perdóname San Antonio, que no tenga el talento suficiente para salirme de esa
moda. Hablar solamente de ti sería lo correcto, mas, los límites de mi
conocimiento son estrechos y no me ha sido dado poder romper esquemas. El favor
personal que te pido es que ilumines al próximo para que te haga un pregón para
tu alabanza absoluta.
Aquí desde luego no se van a
reflejar juegos y anécdotas de nuestra infancia porque calimbre, el que se coge
se queda, palito es árbol, el capitán trueno y todos los recuerdos de la
infancia son maravillosos en todas partes y en cualquier parte; siendo únicas de
cada persona sus experiencias de la niñez, juventud, etc. No vamos a cantar
nuestras vivencias porque es desaconsejable hacer reseñas que no pueden ser
comparativas y que pertenecen a la unicidad de cada persona. Sin embargo no nos
sustraeremos de hacer una valoración abstracta y generalista de nuestra pueblil
mini sociedad - que como decía nuestro muy leído convecino D. Facundo Moreno
Bolaños DEP.-: “La sociedad es una asociación de socios asociados”: siendo así;
que no llegue al punto del relajo el asociacionismo. Todo en su
medida.
Con lo anterior nos hemos
construido preámbulos para entrar propiamente, automáticamente, en la historia
inmediata que conocemos de primera mano; sin ayuda de legajos, porque no es
competencia de este pregonero ir a los archivos históricos; ni aún a lecturas de
nuestra historia publicada que la hay, ¡y muy buena! ¿Y porque nos desinhibimos
de tan sanas prácticas?. Porque con lo que conocemos de nuestra historia es más
que suficiente para hacer el esfuerzo tremendo por no quedar muy a mal. Que
siempre el atiborramiento de datos es engañoso porque confunde. La historia de
Tamaraceite ha nacido de gente venida de la cordillera del Atlas, de las riberas
del Guadalquivir, etc. No hace falta ahondar para saber que a partir de empezar
las incursiones en nuestro territorio hemos estado en una andadura que se puede
catalogar de infancia histórica; la cual, hemos mejorado de un par de décadas
acá. Desde el principio tomamos los apellidos legados, de nuestros
conquistadores atendiendo al modo de marcaje del vasallaje porque esa era la
moda.
El viaje del primer canario a la
península (documentado) fue el de don Fernando Guanarteme. Yo no se desde otros
lugares de la isla, pero, desde Tamaraceite el primero que viajó a la península
fue Don Félix García Toledo (exagerando un poco, por consiguiente presunta y
supuestamente) para conquistar el título de practicante en curas y prácticas de
cirugía menor. Hoy sería un lío saber que tamaraceiteños viajan a Madrid todos
los días.
Ya vamos por la altura en que hay
que ser telegráfico y me voy a valer de mínimos silencios para darles a entender
que voy a pasar de una cosa a otra sin conexión alguna. Siempre es muy de
agradecer la premura, o al menos más, que las de por de más, dilatadas
exposiciones (cuatro segundos de silencio en este punto). Del único pintor que
nos honra D. Jesús Arencibia (no por único menos grande: fue primer premio
nacional de pintura) se ha pasado a cientos de personas que pintan lo que
pintan. En esta actividad, nuestra cultura amaga con crecer, ¡y
mucho!.
De las artes literarias que
empezaron en ciernes yendo a casa de un vecino a que les leyera la carta de Cuba
o les escribiera la de para Cuba, se ha pasado a sin fin de comunicadores en
todos los estilos devenidos de los antiguos verseadores y escribanos. Se han
escrito muchos libros de toponimias y curiosidades de este pueblo, pero la
literatura propiamente dicha, o sea, escritor así como suena, sólo hemos tenido
uno; se trata de J. J. Mújica Villegas con cinco libros publicados en los que se
ha ido creciendo al máximo partiendo de una talla literaria más que fortalecida
y así perfeccionando la ya perfecta resolución de la narrativa de sus inicios,
tenemos ahora su devenir intelectual presentado en su última obra titulada:
¿“QUE PIENSA LA ETERNIDAD”?. Compendio maduro lleno de empirias verdaderas; sin
ningún tipo de fisura bajo los diferentes aspectos. Con carga emotiva emulante a
la del “Lazarillo de Tormes” o “La muerte del borracho” de Dickens, etc. Que si
les nombro lo hago para la más alta comparativa, según mi opinión y mis gustos.
Ha habido personas en Tamaraceite doctas y con formidable formación que han
publicado; pero no tienen el don del literato nato que es J. J. Mújica, que,
ante él no llegan ni a principiantes. Perdóname San Antonio Abad bendito lo que
voy a decir: las licenciaturas y demás, no garantizan literatura rotunda ni
brillantez de ideas publicables; sino todo lo contrario,- visto el paño-. (tres
segundos de silencio).
Los muchachos quinceañeros de los
años 60 hacían por aquellos tiempos un rudimentario “periódico” (“El Espejo”,
solo la iniciativa es de celebrar) en folios de la época grapados a mano y
mecanografiados uno a uno. A excepción de un folio dedicado a la cultura, lo
demás era fútbol porque aquí había equipos y jugadores para parar un tren.
Estaba El Pirata, El Juventud, El San Antonio, como equipos más representativos
y profesionales. después había una multitud de alevines seniors y juveniles -no
creo que haya habido sitio donde se pateara más el balón- la mayoría de “los
redactores” de ese “periódico” eran deportivos y la página para la cultura la
defendían J. J. Mújica, Pedro Domínguez y pocas más personas de las que
lamentablemente no me acuerdo. De las que sí se acuerdan al total cuando, en un
evento cultural cualquiera, se lee la lista de todos los que estaban “en la
redacción de ese periódico” y jamás nombran a Pedro Domínguez: el poeta más
sólido que ha tenido todo Tamaraceite. Adelantamos a una semblanza que luego se
hará de la poesía de “perico“, que, con solo 12 años colaboraba con un poema en
cada numero “de ese periódico”, que salía semanal. Ahí les va como ejemplo unos
versos publicados; de los que me acuerdo: “En una fuente campera bebí agua
cristalina,- que brotaba de la entraña de una peña campesina-. Abstraído,
poseído de su in adúltero frescor, puro y tonificante,- ¡hay!, fui consciente y
henchido de amor, ¡hasta exclamar!-: ¡a Dios, no hay quien lo adelante!. Esto lo
escribió Pedro Domínguez (y está publicado en “El Espejo“) cuando era sólo un
niño. (tres segundos de silencio en este salto).
Tenemos hoy gran cantidad de
cantantes de oído e instrumentistas, genios de la música; de haberla estudiado,
pero ¿qué pasa?, no hay educación musical en nuestro pueblo. A pesar de todo
Tamaraceite dio un gran tenor: D. Antonio Soto, especialista en zarzuela que se
pasó su vida actuando por todo el mundo. Y fue curioso el comienzo de este divo.
Cuando era poco más que un niño; servía trayendo leche de los establos a la
mansión de Doña Lola Betancort de Villegas: la cual un día escuchó cantar al
muchacho. Tan bien lo hizo en la ocasión que Doña Lola lo mecenó (este es un
dato impreciso: digo lo que he oído y no he comprobado) en cuantos estudios y
viajes hasta que llegó a figura.
En la poesía hemos tenido
dignísimos representantes , mas sin embargo, poeta auténtico sólo hemos tenido
uno: Pedro Domínguez. ¡Sí!, Perico el barbero. La puridad de cuanto su verso
toca, es la poesía. Pedro es una continua indagación poética y ni se ocupa en
las técnicas que le permitan construirla. En especial, ni se inmuta en
rebuscamientos de lenguaje y aun así transmite las ideas líricas sin castrarlas;
su poemario (inédito) es a partir de ideas poéticas que sólo afectan al poema en
concreto. En una estilización natural innata en que se depura todo aquello que
no es poético en él. Su auténtica poesía, rebasa los límites del poema y por lo
tanto preexiste en Pedro. Es por lo que decía D. Miguel de Cervantes que uno es
el número de poemas y otro el de poetas existentes. Que, según su opinión, estos
últimos, los que son y los que han sido se pueden contar con los dedos de las
manos. No decimos que Perico entre en esos dedos, pero lo más parecido a lo que
en esos dedos entre -en todo Tamaraceite- es él, porque lo dice su obra. Cuantas
artes y ciencias conoce el hombre se pueden cultivar y a penetrar en ellas en lo
que el empeño y el raciocinio tengan su medida. Incluso se puede investigar la
senda poética, pero el poeta auténtico no se hace, ha de nacer. Por eso hay tan
pocos que no inciten al vómito y entre esos pocos si que esta Pedro. Le traemos
a este aparte del pregón, que junto con Mújica son lo más destacado de nuestra
intelectualidad y a los cuales no se les lee ni se les escucha porque no son
niños de papá y no tienen dinero. En este punto mueve el rabo y se relame por
colarse, toda una teoría de las falacias del licenciado frente a la filosofía
oriunda de la choza del pobre; pero no puede ser llevado a cabo el tremendo
abuso de masacrarles dos horas con semejantes,- llamémosles extremos-, por
ocultar la vanidad de llamarles profundidades; a ese fatigoso soportar la
arenga que de semejante asunto se derivaría.
Ahora bien, en contrapartida de
quedar ustedes libres de pasar por esos berenjenales con qué amagué, han de
permitirme que en la persona de Pedro Domínguez termine de exponer lo que yo
considero la poesía mayormente dentro de la raya de San Lorenzo; especialmente
la arropada bajo el manto divino del inconmensurable San Antonio, que
inapelablemente la propició. Ni que decir tiene que Pedro ¡nunca! Recurrió al
lenguaje poético caduco y altisonante del romanticismo; a esas simples
construcciones verbales sin importancia; donde queda presa la poesía como único
valor. A Pedro le atañe y ¡es! interiormente la belleza superior; que es la que
entra en el ámbito del misterio, y ello se ve producido en el estampido del
poema a su nacimiento. La palabra de que se ayuda es una entelequia andamial,
que sin embargo, para tanto sirve a la seudo poesía y tan huidiza y secundaria
le es a la poesía auténtica. Pedro no toca tema que no sea esencialmente
poético. La poesía la siente el poeta en su interior y tiene una existencia real
en su seno y no tiene porqué convertirla mediante la palabra, necesariamente, en
artificio verbal si no lo desea o le apremia. Muchas veces sucede que el poeta
conoce un himno gigante y extraño pero no puede producirlo, porque, “esa máquina
poética auténtica” no se arriesga a hacer una poesía escultórica y aparentemente
perfecta, sonora y hueca; obsolescente y que muy poco dice al corazón de un
hombre. La poesía de Pedro lanza una palabra como si fuera una piedra, hiere el
sentimiento y huye, luego, desnuda de artificio se sumerge y vuelve a reunirse
con las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la fantasía. Ese es el
poeta auténtico que jamás ha tenido ni tendrá que demostrar la valía, que muy
pocos comprenderán. ¡¡No!!, no se nos ha convertido en una clase de literatura
lo que en rigor es el acto de rogativas y alabanzas a nuestro querido San
Antonio Abad; porque así como en otros pregones a la hora de no hablar del
santo, se decide por lo que el pregonero tenga a bien; aquí se ha decidido
presentar en sociedad (porque no son valorados como se debiera) a los dos
hombres más grandes que ha dado nuestra cultura (que otra cosa son las
licenciaturas, doctorados y cátedras) J. J. Mujica el literato y Pedro Domínguez
el poeta. (tres o cuatro segundos de silencio)
Aunque Tamaraceite vivió el
silencio profundo de las hondas galerías; porque durante la semana salía
caminando a diario la masa trabajadora (que en el pueblo “era la totalidad“) a
los trabajos agrarios en la periferia; no rompía por ello el silencio en el
pueblo sino algún coche que pasaba por casualidad,- por eso el pueblo
propiamente dicho sufrió de soledad; inanimados sus callejones y …, sus
rudimentarias casas conocieron de abandono. No había tiempo para cuidarlas. Se
salía a trabajar de noche y se llegaba a las seis de la tarde: la mujer, a
seguir trabajando en la casa y el hombre, a traer un saco de hierva para la
cabra; a pesar de ser tan amorosas para vivir las cuevas de la montañeta,
frescas en verano y asocaditas en invierno; y con el microclima exterior más
agradable del mundo, por si fuera poco.
La historia de nuestra inmediata
generación y mediata a unas cuantas generaciones anteriores ha estado marcada
por amores y desamores, armonías y desencuentros; pero no entre ricos y pobres,
ni entre burgueses y de clase obrera; porque hasta antes de ayer éramos todos
clase obrera plataneril; con los afincados viviendo en la capital; por lo que
nos las teníamos que ver entre nosotros mismos con la unión que los intereses
compartidos aportan. Lo digo porque se daba el caso con excesiva frecuencia de
pelearnos al moquetazo limpio, por los cafetines el sábado por la noche y el
domingo por la mañana “nos lamíamos” juntos, confraternalmente, las heridas; sin
que ello fuera óbice para quizás antes de un mes meternos manos de nuevo. La
casta igualitaria, con los mismos, exactamente iguales problemas para todos,
característicos de nuestro pueblo; no admitía rencores; o como mínimo los
sobrellevaba estupendamente bien.
Éramos sanotes y amigos unos de
otros; individuos que incluso, habían tenido quince peleas (exagerando un poco).
Lo único que estaba muy mal visto eran “las almorradas” con la cabeza. El que
con la cabeza “mandaba” (las otras formas de mandar con ella estaban en Tenerife
y en Madrid); el que topaba con el arma de todas las desavenencias, era llamado
traicionero, y con desprecio. Por eso y por lo demás y por todo; éramos
auténticos hermanos todos, en las fragilidades de todo tipo; menos en la forma
física; en cuanto a ella, éramos flacos, pero fuertes y contorsivos como grueso
alambre de acero. Todo ello marcó un signo y fortaleció nuestro sino, pírrico
en política, relajado en las costumbres; donde era normal que todos hablaran de
todos; pero mucho más normal todavía que nadie se disgustaba por lo que dijeran
de él. El tamaraceiteño de los años cincuenta era un espécimen único en el
mundo. Con muy poco alimento en el estómago no se ha conocido hombres más duros
con un pico en las manos, descargando y cargando sacos de guano de 100
kilogramos; en los barcos y en los cultivos. O cargando sacos de cereal en los
silos de 60 y 70 kilogramos durante jornadas enteras un día tras otro; y
después, ¡encima! era un pasota, gran pasota por inteligente y penetrante. Sabía
que no le era dado arreglar nada. Y como obedeciendo a una contraseña
transmitida por los móviles, no había nadie dispuesto a estropearlo más; de ahí
su pasotismo profundizado en el más genuino y natural escepticismo. A partir de
1980 y quizás antes empezaron “las manías” por vigilar que los chiquillos no se
escaparan de la escuela, la cual, empezó a dar menos “leña” y a elevar “la
militarización” con cuya ascensión al respeto entre educador y educando, se
inicia un período mediano, moderado, que daba gusto.
Estas sanas prácticas parece se van
desvaneciendo ahora porque están sonando rodillamientos colocados en los
seminales de los profesores y se dice que están lanzando piñas los galletones a
maestros, que algunas, no difieren de la patada de un caballo y que son de muy
respetar y considerar las tremendas trompadas, esas que llegan a muy
tremendas.
Como se ve este pregón no tiene o
sigue un hilo conductor porque es imposible que un pregón lo tenga sin entrar en
la torpeza comparativa; por eso no podemos biografiar personas. Imaginemos que
encomiamos la venerable beatitud de cada uno de los párrocos que han honrado
nuestra parroquia. Comprenderán lo desacertado que sería, sabiendo que cada cual
admira particularmente a uno de entre todos de los que se acuerda; por
consiguiente, el efecto sería exactamente igual si nos refiriéramos a cualquier
gremio de enseñantes, maestros en oficios, etc. Y aquí no estamos para hacer
distingos; estamos primordialmente por venerar a San Antonio y para cantar
personas únicas en las que todos puedan estar de acuerdo de su excepcionalidad.
Se compartan o no sus ideas, forma de ser o a la hora que se levantan (en este
punto silencio de tres segundos). En cuanto a la música, Tamaraceite tiene esa
parcela desierta como decía antes. ¡Sí!, estaba D. Miguel Arencibia y también la
esposa de D. Enrique Henríquez que leían una partitura, pero, eran sus músicas
de autoconsumo; no se subieron nunca a un escenario a excitar la actitud
hierática del espectador exigente; o a gozar de la tolerancia, la emoción y el
regocijo que todo gran artista provoca amansando a las fieras. No hablamos de
música folklórica ni de ninguna que tenga apelativo. Hablamos de música cuando
la palabra suena sola así, ¡de remplón!, y de esa tampoco podemos hacer un hilo
conductor porque aquí no ha existido.
No tenemos muchos argumentos para
dar ludicidad a este pregón y hasta es un suerte que así sea porque de lo que se
trata es de exacerbar la figura de San Antonio; que muy lamentablemente, para
ello estamos muchísimo más limitados porque, ¿como puede una mente terrenal
decir algo, ¡lo más mínimo! del estado celestial actual; del status de San
Antonio allá en el cielo en este preciso instante?. Queridos amigos y
convecinos, la verdad en pelete a de ser siempre derrotista (a pesar de lo que
hemos dicho de enterezas en este pregón). No podemos venir aquí a congratularnos
de los pequeños logros y menos cuando no son colectivos; de todos
auténticamente; que es cuando cierto chovinismo, al menos, no está muy mal
visto. Bien es verdad que a ese respecto nos hemos hecho eco de dos hombres
buenos y sabios excepcionalmente; con la única ilusión de que se les escuche y
se aprenda de ellos.
En resumen, no articulamos el grito
¡viva San Antonio! al uso en la finalización de todos los pregones porque San
Antonio está muchísimo más que vivo. Lo que si exclamamos es que todos llevemos
la rectitud de vida que nos haga merecedores de estar con él en la verdadera
vida que inequívocamente debemos perseguir desde la renuncia, la castidad (huir
de la frontera de entrada a la libidinosidad) y la honradez. Esa verdadera vida
- está en el alma salvada, puesta por la eternidad allá en el
cielo-.
Bueno, ¡a pesar
que San Antonio comparte la verdadera vida junto a Padre Dios, no estando por
ello necesitado de nuestros vítores y “vivas”!, ¿Porqué no vamos nosotros hasta
donde nos pertenece, como vehemente e ilusionada humanidad en Cristo nuestro
señor, a lanzar el grito definitivo? (en este punto cuatro segundos de
silencio): ¡¡¡VIVA SAN ANTONIO!!!.
Por: Antonio
Domínguez Herrera