jueves, 7 de junio de 2012

Pregón de las Fiestas de Tamaraceite, extemporáneo , alimento de un sentimiento, a modo de ensayo

Desde la rinconera en que tarde o temprano se convierte la vida qué, desde entre las manos se va. Desde la distancia a que se van quedando atrás tantas y tantas aspiraciones en las que uno no aventuró el primer paso y que ahora añora. Desde el respeto sacro a todo lo sacro que uno no ha dispensado (no materializado) hasta ahora. Desde la presencia tremenda que todo lo vano ha tenido en mi vida hasta ahora, que, como el sol que declinó ayer por la parte de las mares de la aldea y cayó por las espaldas de Tenerife, así mismo, creo, ha declinado lo vano en mí. Por eso voy a tomar en mano el acto más noble de quien se precie hombre. Voy a cantar en alabanza de mi pueblo que en esencia es su/mi santo; a modo de pregón extemporáneo, en el ecuador de la romería pasada y porvenir. No es un ramalazo de vanidad y exhibicionismo de este pregonero, (que como tal me dirigiré en adelante) ni de creída y engreída suficiencia el presentarse aquí en representación de todos. Lo que mi humilde persona va a llevar a cabo desde una pobre argumentación escrita a priori, eso, lo podemos hacer y decir todos los aquí presentes. Cuantos aquí estamos en este no mundano recinto (templo) ejerciendo de conciudadanos, de convecinos ¡y lo más importante!, de parroquianos bajo el cayado defensor, ante la dulce y paternal mirada atenta y continua, y protección sobrenatural que nos asegura nuestro querido santo. Por lo tanto, desde los santos compromisos del cielo divino.- repito, los aquí presentes ¡todos! estamos más que capacitados para disponernos y alabar con soltura de palabra a alguien (virarse y señalar con el índice al santo) que ha tomado parte en nuestros sueños, decisiones, deseos, y toda motivación. Cuando habla el corazón las razones son secundarias, espiritualmente hablando; es por lo que ni nos hace falta la sintaxis ni ninguna técnica literaria expositiva; y menos los tiempos en que se deben estatuir las distintas partes de la disertación coaligada. Es mas, cualquier técnica de comunicación humana es contraria a la única que usamos desde la total y absoluta humildad, para dirigirnos a los asuntos del paraíso celestial; y en humildad, ninguno de los que estamos aquí podemos darnos lecciones ¿Por qué? Porque todo el que entra en la casa del señor, fe, demuestra; y la humildad es compañera inseparable de la fe. Es por lo que volvemos a decir,- esta vez asegurándolo- que, las técnicas para la comunicación humana respecto de la oración con lo divino, no dicen nada por querer decir demasiado desde la razón- y aquí queridos amigos, la razón no es nadie para comunicar fe, devoción y amor al impoluto hombre que fue en el mundo, y muchísimo menos para y por lo que es hoy Él en el cielo: el santo de santos que veneramos.
Les conozco a todos ustedes; a la mayoría desde la niñez. Me podría dirigir a cada uno y después de llamarle por su nombre, preguntarle: ¿no tienes un corazón hecho de amor que no te cabe en el pecho? ¡Yo digo que la contestación sería sí!. Si así mismo preguntara yo a cualquiera de ustedes: ¿no eres tú, el o la, de empática y conmiserada personalidad que sólo conoce los límites humanos? ¡yo digo otra y mil veces que sí! Todos ustedes queridos conciudadanos, de naturaleza buenos y honrados; estoy seguro, que de estar aquí en mi lugar, ¡incluso sin papeles! costaría un lío para saber quien lo hizo mejor lanzando alabanzas a nuestro querido San Antonio.
¡San Antonio Abad bendito! -santo e ilustre eremita- en este ratito de lectura, que por descontado sabemos que sabes cuanto vamos a decir; nos has de tolerar y disculpar que lo digamos. Porque es la única forma que tenemos los tristes humanos de confraternizarnos inteligiblemente de acuerdo cuantos aquí estamos reunidos; para darte gracias por tus gestiones ante Dios nuestro señor, para que nos conceda gracias, bienes y favores, que a tu santísima esencia hemos solicitado directamente. Humildes hemos de aceptar cuanta leyenda negra y torpe se nos atribuya a los humanos con el pie en la tierra, porque en sana comprensión debemos reconocer lo desnortados que vamos por el mundo; sin esa encomiable decisión que tu tuviste y que te condujo a seguir estrictamente cuando decidiste; junto a tus inseparables animales, seguir la senda del señor a raja tabla. Que es por lo que, sin lugar a dudas, la santa madre iglesia católica, después de quedar anonadada por tu biografía y tras exhaustivos estudios e indagaciones, te erigió en santo y te subió a los altares. Con tu vida ejemplar; por tu santidad, le quitaste al mundo (en tu entorno) todo viso de blasfemia; y tu aura y cuanto te rodeaba, quedaba inmerso, más bien impregnado de rocío celestial cuanto tocabas con tus manos; y toda iniquidad se salía de tu presencia,- para fuera y lejos de ti explosionar oliendo a azufre-.
Este es un acto de advocación y alabanza de orgullosa voluntariedad a nuestro San Antonio, del cual, por su santísima piedad y causas ganadas, nace en nosotros el fervor para quererle desde nuestro corazón humano; además de espiritualmente adorarle y venerarle, porque hemos comprobado que siempre nos ha devuelto el ciento por uno. En cada una de nuestras vidas dispuso su hombro para que en él se lloraran las negativas vicisitudes de todo aquel de nuestro pueblo que lo necesitó. Y la prueba de lo que hizo de su santa mano, está en cuantos aquí estamos reunidos; amén de la gran cantidad de personas que ya no están entre nosotros. ¿Podríamos presumir que si estuvieran aquí -por maravilloso milagro-, estarían al total alabando a San Antonio?. ¡¡Sin duda!! ¿Por qué?. Porque le conocen de trato en el cielo, ese paraíso, de auras y confines celestiales. No cupiendo la menor duda de que ello sería así y comprendiendo que no pueden hacer presencia material; sintámosles en presencia espiritual. ¡¡Porque están a miles con nosotros!! Ahora mismo con nosotros; hablando al que también fue su patrono en el cortísimo tiempo que fue su vida humana; que desde siempre por su levedad se ha caracterizado en este lacerado planeta. ¡Que maravilloso sería el oído humano! si pudiera sentir el canto divino que ahora mismo están entonando junto a nosotros miríadas de espíritus en alma; que en el cuerpo de carne y hueso humanos, y que fueron, allende sus vidas materiales; seguramente no les contendría el mayor estadio de fútbol que se conozca; y que aquí en este santo recinto están todos ellos confinados en un solo espíritu. Alabando a San Antonio; en alabanza compañera, en el espíritu monolítico, que todo lo que está en el cielo así lo es y lo tiene. De ello no debemos tener la menor duda.
Tamaraceite tiene de casi todo, como cualquier otro pueblo tiene casi de todo. Pero todos los pueblos no tienen lo que ha tenido,-y en muchos casos- tiene Tamaraceite. Por los pregones que hemos escuchado a otros pregoneros respecto de sus santos patronos; o advocaciones en honor a vírgenes en un caso y santos en otros, hemos visto que sin defecto ninguno se encumbra por el pregonero la santidad que la santa madre iglesia mandó venerar tras la canonización respectiva; y ello es lo que se debería hacer sin más. Pero como a la sazón hemos visto que también es uso ir intercalando pasajes del carácter e idiosincrasia del barrio o pueblo, etc. perdóname San Antonio, que no tenga el talento suficiente para salirme de esa moda. Hablar solamente de ti sería lo correcto, mas, los límites de mi conocimiento son estrechos y no me ha sido dado poder romper esquemas. El favor personal que te pido es que ilumines al próximo para que te haga un pregón para tu alabanza absoluta.
Aquí desde luego no se van a reflejar juegos y anécdotas de nuestra infancia porque calimbre, el que se coge se queda, palito es árbol, el capitán trueno y todos los recuerdos de la infancia son maravillosos en todas partes y en cualquier parte; siendo únicas de cada persona sus experiencias de la niñez, juventud, etc. No vamos a cantar nuestras vivencias porque es desaconsejable hacer reseñas que no pueden ser comparativas y que pertenecen a la unicidad de cada persona. Sin embargo no nos sustraeremos de hacer una valoración abstracta y generalista de nuestra pueblil mini sociedad - que como decía nuestro muy leído convecino D. Facundo Moreno Bolaños DEP.-: “La sociedad es una asociación de socios asociados”: siendo así; que no llegue al punto del relajo el asociacionismo. Todo en su medida.
Con lo anterior nos hemos construido preámbulos para entrar propiamente, automáticamente, en la historia inmediata que conocemos de primera mano; sin ayuda de legajos, porque no es competencia de este pregonero ir a los archivos históricos; ni aún a lecturas de nuestra historia publicada que la hay, ¡y muy buena! ¿Y porque nos desinhibimos de tan sanas prácticas?. Porque con lo que conocemos de nuestra historia es más que suficiente para hacer el esfuerzo tremendo por no quedar muy a mal. Que siempre el atiborramiento de datos es engañoso porque confunde. La historia de Tamaraceite ha nacido de gente venida de la cordillera del Atlas, de las riberas del Guadalquivir, etc. No hace falta ahondar para saber que a partir de empezar las incursiones en nuestro territorio hemos estado en una andadura que se puede catalogar de infancia histórica; la cual, hemos mejorado de un par de décadas acá. Desde el principio tomamos los apellidos legados, de nuestros conquistadores atendiendo al modo de marcaje del vasallaje porque esa era la moda.
El viaje del primer canario a la península (documentado) fue el de don Fernando Guanarteme. Yo no se desde otros lugares de la isla, pero, desde Tamaraceite el primero que viajó a la península fue Don Félix García Toledo (exagerando un poco, por consiguiente presunta y supuestamente) para conquistar el título de practicante en curas y prácticas de cirugía menor. Hoy sería un lío saber que tamaraceiteños viajan a Madrid todos los días.
Ya vamos por la altura en que hay que ser telegráfico y me voy a valer de mínimos silencios para darles a entender que voy a pasar de una cosa a otra sin conexión alguna. Siempre es muy de agradecer la premura, o al menos más, que las de por de más, dilatadas exposiciones (cuatro segundos de silencio en este punto). Del único pintor que nos honra D. Jesús Arencibia (no por único menos grande: fue primer premio nacional de pintura) se ha pasado a cientos de personas que pintan lo que pintan. En esta actividad, nuestra cultura amaga con crecer, ¡y mucho!.
De las artes literarias que empezaron en ciernes yendo a casa de un vecino a que les leyera la carta de Cuba o les escribiera la de para Cuba, se ha pasado a sin fin de comunicadores en todos los estilos devenidos de los antiguos verseadores y escribanos. Se han escrito muchos libros de toponimias y curiosidades de este pueblo, pero la literatura propiamente dicha, o sea, escritor así como suena, sólo hemos tenido uno; se trata de J. J. Mújica Villegas con cinco libros publicados en los que se ha ido creciendo al máximo partiendo de una talla literaria más que fortalecida y así perfeccionando la ya perfecta resolución de la narrativa de sus inicios, tenemos ahora su devenir intelectual presentado en su última obra titulada: ¿“QUE PIENSA LA ETERNIDAD”?. Compendio maduro lleno de empirias verdaderas; sin ningún tipo de fisura bajo los diferentes aspectos. Con carga emotiva emulante a la del “Lazarillo de Tormes” o “La muerte del borracho” de Dickens, etc. Que si les nombro lo hago para la más alta comparativa, según mi opinión y mis gustos. Ha habido personas en Tamaraceite doctas y con formidable formación que han publicado; pero no tienen el don del literato nato que es J. J. Mújica, que, ante él no llegan ni a principiantes. Perdóname San Antonio Abad bendito lo que voy a decir: las licenciaturas y demás, no garantizan literatura rotunda ni brillantez de ideas publicables; sino todo lo contrario,- visto el paño-. (tres segundos de silencio).
Los muchachos quinceañeros de los años 60 hacían por aquellos tiempos un rudimentario “periódico” (“El Espejo”, solo la iniciativa es de celebrar) en folios de la época grapados a mano y mecanografiados uno a uno. A excepción de un folio dedicado a la cultura, lo demás era fútbol porque aquí había equipos y jugadores para parar un tren. Estaba El Pirata, El Juventud, El San Antonio, como equipos más representativos y profesionales. después había una multitud de alevines seniors y juveniles -no creo que haya habido sitio donde se pateara más el balón- la mayoría de “los redactores” de ese “periódico” eran deportivos y la página para la cultura la defendían J. J. Mújica, Pedro Domínguez y pocas más personas de las que lamentablemente no me acuerdo. De las que sí se acuerdan al total cuando, en un evento cultural cualquiera, se lee la lista de todos los que estaban “en la redacción de ese periódico” y jamás nombran a Pedro Domínguez: el poeta más sólido que ha tenido todo Tamaraceite. Adelantamos a una semblanza que luego se hará de la poesía de “perico“, que, con solo 12 años colaboraba con un poema en cada numero “de ese periódico”, que salía semanal. Ahí les va como ejemplo unos versos publicados; de los que me acuerdo: “En una fuente campera bebí agua cristalina,- que brotaba de la entraña de una peña campesina-. Abstraído, poseído de su in adúltero frescor, puro y tonificante,- ¡hay!, fui consciente y henchido de amor, ¡hasta exclamar!-: ¡a Dios, no hay quien lo adelante!. Esto lo escribió Pedro Domínguez (y está publicado en “El Espejo“) cuando era sólo un niño. (tres segundos de silencio en este salto).

Tenemos hoy gran cantidad de cantantes de oído e instrumentistas, genios de la música; de haberla estudiado, pero ¿qué pasa?, no hay educación musical en nuestro pueblo. A pesar de todo Tamaraceite dio un gran tenor: D. Antonio Soto, especialista en zarzuela que se pasó su vida actuando por todo el mundo. Y fue curioso el comienzo de este divo. Cuando era poco más que un niño; servía trayendo leche de los establos a la mansión de Doña Lola Betancort de Villegas: la cual un día escuchó cantar al muchacho. Tan bien lo hizo en la ocasión que Doña Lola lo mecenó (este es un dato impreciso: digo lo que he oído y no he comprobado) en cuantos estudios y viajes hasta que llegó a figura.
En la poesía hemos tenido dignísimos representantes , mas sin embargo, poeta auténtico sólo hemos tenido uno: Pedro Domínguez. ¡Sí!, Perico el barbero. La puridad de cuanto su verso toca, es la poesía. Pedro es una continua indagación poética y ni se ocupa en las técnicas que le permitan construirla. En especial, ni se inmuta en rebuscamientos de lenguaje y aun así transmite las ideas líricas sin castrarlas; su poemario (inédito) es a partir de ideas poéticas que sólo afectan al poema en concreto. En una estilización natural innata en que se depura todo aquello que no es poético en él. Su auténtica poesía, rebasa los límites del poema y por lo tanto preexiste en Pedro. Es por lo que decía D. Miguel de Cervantes que uno es el número de poemas y otro el de poetas existentes. Que, según su opinión, estos últimos, los que son y los que han sido se pueden contar con los dedos de las manos. No decimos que Perico entre en esos dedos, pero lo más parecido a lo que en esos dedos entre -en todo Tamaraceite- es él, porque lo dice su obra. Cuantas artes y ciencias conoce el hombre se pueden cultivar y a penetrar en ellas en lo que el empeño y el raciocinio tengan su medida. Incluso se puede investigar la senda poética, pero el poeta auténtico no se hace, ha de nacer. Por eso hay tan pocos que no inciten al vómito y entre esos pocos si que esta Pedro. Le traemos a este aparte del pregón, que junto con Mújica son lo más destacado de nuestra intelectualidad y a los cuales no se les lee ni se les escucha porque no son niños de papá y no tienen dinero. En este punto mueve el rabo y se relame por colarse, toda una teoría de las falacias del licenciado frente a la filosofía oriunda de la choza del pobre; pero no puede ser llevado a cabo el tremendo abuso de masacrarles dos horas con semejantes,- llamémosles extremos-, por ocultar la vanidad de llamarles profundidades; a ese fatigoso soportar la arenga que de semejante asunto se derivaría.
Ahora bien, en contrapartida de quedar ustedes libres de pasar por esos berenjenales con qué amagué, han de permitirme que en la persona de Pedro Domínguez termine de exponer lo que yo considero la poesía mayormente dentro de la raya de San Lorenzo; especialmente la arropada bajo el manto divino del inconmensurable San Antonio, que inapelablemente la propició. Ni que decir tiene que Pedro ¡nunca! Recurrió al lenguaje poético caduco y altisonante del romanticismo; a esas simples construcciones verbales sin importancia; donde queda presa la poesía como único valor. A Pedro le atañe y ¡es! interiormente la belleza superior; que es la que entra en el ámbito del misterio, y ello se ve producido en el estampido del poema a su nacimiento. La palabra de que se ayuda es una entelequia andamial, que sin embargo, para tanto sirve a la seudo poesía y tan huidiza y secundaria le es a la poesía auténtica. Pedro no toca tema que no sea esencialmente poético. La poesía la siente el poeta en su interior y tiene una existencia real en su seno y no tiene porqué convertirla mediante la palabra, necesariamente, en artificio verbal si no lo desea o le apremia. Muchas veces sucede que el poeta conoce un himno gigante y extraño pero no puede producirlo, porque, “esa máquina poética auténtica” no se arriesga a hacer una poesía escultórica y aparentemente perfecta, sonora y hueca; obsolescente y que muy poco dice al corazón de un hombre. La poesía de Pedro lanza una palabra como si fuera una piedra, hiere el sentimiento y huye, luego, desnuda de artificio se sumerge y vuelve a reunirse con las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la fantasía. Ese es el poeta auténtico que jamás ha tenido ni tendrá que demostrar la valía, que muy pocos comprenderán. ¡¡No!!, no se nos ha convertido en una clase de literatura lo que en rigor es el acto de rogativas y alabanzas a nuestro querido San Antonio Abad; porque así como en otros pregones a la hora de no hablar del santo, se decide por lo que el pregonero tenga a bien; aquí se ha decidido presentar en sociedad (porque no son valorados como se debiera) a los dos hombres más grandes que ha dado nuestra cultura (que otra cosa son las licenciaturas, doctorados y cátedras) J. J. Mujica el literato y Pedro Domínguez el poeta. (tres o cuatro segundos de silencio)
Aunque Tamaraceite vivió el silencio profundo de las hondas galerías; porque durante la semana salía caminando a diario la masa trabajadora (que en el pueblo “era la totalidad“) a los trabajos agrarios en la periferia; no rompía por ello el silencio en el pueblo sino algún coche que pasaba por casualidad,- por eso el pueblo propiamente dicho sufrió de soledad; inanimados sus callejones y …, sus rudimentarias casas conocieron de abandono. No había tiempo para cuidarlas. Se salía a trabajar de noche y se llegaba a las seis de la tarde: la mujer, a seguir trabajando en la casa y el hombre, a traer un saco de hierva para la cabra; a pesar de ser tan amorosas para vivir las cuevas de la montañeta, frescas en verano y asocaditas en invierno; y con el microclima exterior más agradable del mundo, por si fuera poco.
La historia de nuestra inmediata generación y mediata a unas cuantas generaciones anteriores ha estado marcada por amores y desamores, armonías y desencuentros; pero no entre ricos y pobres, ni entre burgueses y de clase obrera; porque hasta antes de ayer éramos todos clase obrera plataneril; con los afincados viviendo en la capital; por lo que nos las teníamos que ver entre nosotros mismos con la unión que los intereses compartidos aportan. Lo digo porque se daba el caso con excesiva frecuencia de pelearnos al moquetazo limpio, por los cafetines el sábado por la noche y el domingo por la mañana “nos lamíamos” juntos, confraternalmente, las heridas; sin que ello fuera óbice para quizás antes de un mes meternos manos de nuevo. La casta igualitaria, con los mismos, exactamente iguales problemas para todos, característicos de nuestro pueblo; no admitía rencores; o como mínimo los sobrellevaba estupendamente bien.

Éramos sanotes y amigos unos de otros; individuos que incluso, habían tenido quince peleas (exagerando un poco). Lo único que estaba muy mal visto eran “las almorradas” con la cabeza. El que con la cabeza “mandaba” (las otras formas de mandar con ella estaban en Tenerife y en Madrid); el que topaba con el arma de todas las desavenencias, era llamado traicionero, y con desprecio. Por eso y por lo demás y por todo; éramos auténticos hermanos todos, en las fragilidades de todo tipo; menos en la forma física; en cuanto a ella, éramos flacos, pero fuertes y contorsivos como grueso alambre de acero. Todo ello marcó un signo y fortaleció nuestro sino, pírrico en política, relajado en las costumbres; donde era normal que todos hablaran de todos; pero mucho más normal todavía que nadie se disgustaba por lo que dijeran de él. El tamaraceiteño de los años cincuenta era un espécimen único en el mundo. Con muy poco alimento en el estómago no se ha conocido hombres más duros con un pico en las manos, descargando y cargando sacos de guano de 100 kilogramos; en los barcos y en los cultivos. O cargando sacos de cereal en los silos de 60 y 70 kilogramos durante jornadas enteras un día tras otro; y después, ¡encima! era un pasota, gran pasota por inteligente y penetrante. Sabía que no le era dado arreglar nada. Y como obedeciendo a una contraseña transmitida por los móviles, no había nadie dispuesto a estropearlo más; de ahí su pasotismo profundizado en el más genuino y natural escepticismo. A partir de 1980 y quizás antes empezaron “las manías” por vigilar que los chiquillos no se escaparan de la escuela, la cual, empezó a dar menos “leña” y a elevar “la militarización” con cuya ascensión al respeto entre educador y educando, se inicia un período mediano, moderado, que daba gusto.
Estas sanas prácticas parece se van desvaneciendo ahora porque están sonando rodillamientos colocados en los seminales de los profesores y se dice que están lanzando piñas los galletones a maestros, que algunas, no difieren de la patada de un caballo y que son de muy respetar y considerar las tremendas trompadas, esas que llegan a muy tremendas.
Como se ve este pregón no tiene o sigue un hilo conductor porque es imposible que un pregón lo tenga sin entrar en la torpeza comparativa; por eso no podemos biografiar personas. Imaginemos que encomiamos la venerable beatitud de cada uno de los párrocos que han honrado nuestra parroquia. Comprenderán lo desacertado que sería, sabiendo que cada cual admira particularmente a uno de entre todos de los que se acuerda; por consiguiente, el efecto sería exactamente igual si nos refiriéramos a cualquier gremio de enseñantes, maestros en oficios, etc. Y aquí no estamos para hacer distingos; estamos primordialmente por venerar a San Antonio y para cantar personas únicas en las que todos puedan estar de acuerdo de su excepcionalidad. Se compartan o no sus ideas, forma de ser o a la hora que se levantan (en este punto silencio de tres segundos). En cuanto a la música, Tamaraceite tiene esa parcela desierta como decía antes. ¡Sí!, estaba D. Miguel Arencibia y también la esposa de D. Enrique Henríquez que leían una partitura, pero, eran sus músicas de autoconsumo; no se subieron nunca a un escenario a excitar la actitud hierática del espectador exigente; o a gozar de la tolerancia, la emoción y el regocijo que todo gran artista provoca amansando a las fieras. No hablamos de música folklórica ni de ninguna que tenga apelativo. Hablamos de música cuando la palabra suena sola así, ¡de remplón!, y de esa tampoco podemos hacer un hilo conductor porque aquí no ha existido.
No tenemos muchos argumentos para dar ludicidad a este pregón y hasta es un suerte que así sea porque de lo que se trata es de exacerbar la figura de San Antonio; que muy lamentablemente, para ello estamos muchísimo más limitados porque, ¿como puede una mente terrenal decir algo, ¡lo más mínimo! del estado celestial actual; del status de San Antonio allá en el cielo en este preciso instante?. Queridos amigos y convecinos, la verdad en pelete a de ser siempre derrotista (a pesar de lo que hemos dicho de enterezas en este pregón). No podemos venir aquí a congratularnos de los pequeños logros y menos cuando no son colectivos; de todos auténticamente; que es cuando cierto chovinismo, al menos, no está muy mal visto. Bien es verdad que a ese respecto nos hemos hecho eco de dos hombres buenos y sabios excepcionalmente; con la única ilusión de que se les escuche y se aprenda de ellos.
En resumen, no articulamos el grito ¡viva San Antonio! al uso en la finalización de todos los pregones porque San Antonio está muchísimo más que vivo. Lo que si exclamamos es que todos llevemos la rectitud de vida que nos haga merecedores de estar con él en la verdadera vida que inequívocamente debemos perseguir desde la renuncia, la castidad (huir de la frontera de entrada a la libidinosidad) y la honradez. Esa verdadera vida - está en el alma salvada, puesta por la eternidad allá en el cielo-.
Bueno, ¡a pesar que San Antonio comparte la verdadera vida junto a Padre Dios, no estando por ello necesitado de nuestros vítores y “vivas”!, ¿Porqué no vamos nosotros hasta donde nos pertenece, como vehemente e ilusionada humanidad en Cristo nuestro señor, a lanzar el grito definitivo? (en este punto cuatro segundos de silencio): ¡¡¡VIVA SAN ANTONIO!!!.

Por: Antonio Domínguez Herrera

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