viernes, 26 de marzo de 2010

La graduación del machito

Les dejo con otro de los recuerdos de nuestro amigo Sergio Naranjo. ¡Excepcional!

Para poder ser respetado, en medio de aquella sociedad cruel, bárbara y tierna, todo a la vez, había que superar varias peleas y hacer el burro del modo más extremo. Y casi lo tenía hecho, cuarto de E.G.B., H-10, Doña Miriam de tutora y clase de chiquillos nada más; ellas estaban con don Fernando en la H-9. Curso 74/75 que se daba hasta mediados de julio, no creas; ya le ganaba a un montón y las burlas zahirientes del año anterior habían sido superadas. Ahora quedaba la última prueba, la que todo el mundo te recordaba si no habías hecho, para ser tenido en respeto: las chiquillas.A las chicas no se les decía nada, que se ponían a llorar y sus pruebas no eran válidas; a las grandes menos, que aparte de pasarse el día alega y alega, me habrían mandado al carajo y alguna bofetada de compaña. Tenían que ser las de una edad como la mía, de unos nueve a once años, antes de que todos llegáramos a esa edad en que nos echamos a perder. Se ponían a jugar a algo de lo suyo, y yo las tenía que retar para hacerlo también. Y si pasaba la prueba, sofoco incluido, estaba todo hecho.Al brilé no me aceptó ninguna, que con lo bruto que soy mis pelotazos no los quiere nadie; a eso del sé-sé-sé con las manos y cantando no acepto yo, que es una machangada que no da valor ninguno. Las cogidas, calimbres y coritos de las chiquillas son coto cerrado y ninguno entra allí. Al final me fui al elástico. Al pie de la puerta trasera del Colegio, frente al comedor, a la izquierda según se entra, bajo la sombra de un árbol frondoso, dos chiquillas sujetan un elástico de unos tres metros estirado, mientras otras seis o siete van saltando. Yo les suelto la bravata despectiva para que se piquen; no puede ser insultante, que entonces lo puedes pasar muy mal, o peor si llaman a alguno de los grandes y te bañan en leches. Me sale bien, ochenta diablas con cara de angelitos que no sé cómo lo oyeron ni de dónde salieron, me respondieron, todas a una: ¿Aaaah, síiiiiiii? ¡Pues a ver si tú lo haces, listiiiiiillooooo!Todas se disponen a examinarme, pero el candidato a machito se siente ufano y fuerte. Tobillo. ¡Buah! Fue pasar caminando por encima. Rodilla. Apenas tuve que levantar la pierna, la cabeza alta, retador... Ellas, ufanas, seguras, calladas... Medio muslo. Ellas saltan primero. Asombrosamente, hacen una pirueta de media vuelta, saltan y lo pasan. Yo ya empiezo a pensar que por qué no reté a las que están más al centro saltando a la soga. Pero supero el trago. Me fui aflojando, aflojando...Cintura. ¡Boooh! La cosa se está complicando. Hay que verlas, se van al suelo con las manos, hacen la palma, giran, pasan el elástico y caen de pie, la falda siempre en el sitio. Hombre, yo también puedo hacer eso, y sin falda que me preocupe, pero aquellos sudores ya no son de cansera. Hombro. Ahora se puede estirar la pierna hacia arriba, pisar el elástico con el pie, bajarlo y pasar. Ellas lo hacen, y me miran suspicaces. Mientras lo hago voy rezando para que esto acabe.Oreja. No sé qué noté en algunas cuando pasaron todas y me tocó a mí, pero al pisar, a una se le escapó el elástico (yo pa mí que lo soltó, juraíto por dió) y me llevé un jaramagazo del hombro al tronco de la oreja, pasando por todo el pescuezo y saliendo por la coronilla, que se sintió en San Gregorio. Los que jugaban al fútbol en el patio de arriba, en equipos de cincuenta cada uno, asomaron a reírse; otro tanto hicieron los de la reconca, pegados al terrero; los del calimbre de allá por la H-6 se llegaron pronto. Por la banda de abajo, los del boliche dejaron los guás; los de las estampas de los escalones del comedor no pudieron dar una palmada más; algunos abandonaron el voleibol un rato; y hasta los del churro de cerca de casa de Manolito se acercaron también.Y allí quedó este pobre penitente delante de aquellas brujas, ahora calladas, soberbias, satisfechas y ufanas, sin reírse, degustando su venganza, gesto despectivo, mientras yo no tuve más remedio que dejar el intento para mejores veras y de otras maneras. Batido en retirada, con la cabeza gacha, creyendo que había fracasado, resultaba, en ese imposible mundo de entender que son las ideas de las mujeres, que había ganado el título.Ya fui tenido en respeto y nadie más se metió conmigo. Pero este que está aquí no ha vuelto a desafiar a una mujer en los treinta y cinco años posteriores ni en otros tantos que viviera.

2 comentarios:

Mency Marrero dijo...

Ajajajajajaja...Sergio Naranjo!!!
¡¡¡Qué buen rato me has hecho pasar!!!
Imagino que la foto que hay colgada en el texto es tuya...es que la cara me suena...somos de la misma época, yo era de las niñas que estudiaba con Don Fernando...
También era de las que jugaba al elástico, generalmente era de las que "la daba", tanto a la soga como al elástico...Aunque no recuerdo haberle ocasionado tremendo "leñaso" a nadie jugando al elástico...¡¡aunque fuera niño!! jajajajaja.
¡¡Que recuerdos!!

Un besote graaande

Mency Marrero

Sergio N. dijo...

Sí, es mi cara. Iba una frase que lo decía, así como que el vaso es de Royal Crown, pero no habrá podido salir. Habrá habido algún problema.
Y sí, con la misma que tengo dos o tres recuerdos feos, tengo un montón inabarcable de buenos ratos. Tú misma eres testigo de que al menos todo lo que digo no son trolas.
Otro besote para tí.