sábado, 20 de marzo de 2010

Entrega de Notas




Se acerca el final del trimestre y con él la bien temida entrega de notas. Pero este hecho traumático en otro tiempo, parece que en la actualidad ha perdido ese toque de intranquilidad y tensión que bien vivimos algunos llegando incluso a tener pesadillas con este papel. En la imagen podemos ver un boletín de notas de hace 36 años, el de nuestro amigo Sergio Naranjo, y que a buen seguro le traerá algún que otro recuerdo. Si me permiten les voy a contar mis días de entrega de notas. Mis primeros recuerdos del colegio son del "Colegio de Chita" , cuando estaba situado en el Callejón del antiguo Correos, en la Calle Magdalena en la Montañeta. Cuando empezamos la primaria mi padre por cercanía a su trabajo nos apuntó en el Colegio san Francisco Javier de Guanarteme. De los primeros recuerdos que tengo de ese colegio es "cagarme de miedo" en el sentido literal de la palabra. Don Santiago era el terror de los niños y todavía siento en mis nalgas las palizas por no saberme la lección o no saber resolver una raíz cuadrada en 4º de primaria. Pero tenía compañeros que lo tenían más crudo aún, ya que los pobres se la llevaban por ser zurdos. Yo la verdad que no fui un estudiante ejemplar porque tuve la suerte, o la desgracia, de tener un hermano gemelo del que me aproveché mientras pude, o lo que es lo mismo, él estudiaba y yo me copiaba. Recuerdo como si fuera hoy que en 6º, en el Adán, mi hermano me despertaba a las 6 de la mañana para que estudiara para el examen que tendríamos horas después. Yo de remolón terminaba con el libro de sociales delante pero con el ojillo cerrado. Cuando preguntaba Doña Angelina en Sociales me ponía con el libro escondido en la falda a decirle la lección y ella no se daba cuenta, o eso al menos nos parecía. Al final en el examen terminaba poniéndome lo más cerca posible de mi hermano para ver si podía escapar. Y a veces escapaba, y tanto, que así sobreviví hasta 2º de BUP, en que repetí curso y ya me tuve que buscar la vida. Después de esa "catástrofe" no volví a repetir curso alguno y la entrega de notas empezó a dejar de ser un mero trámite para convertirse en el indicador del esfuerzo realizado. Generalmente era así aunque, a veces, éste no se veía recompensado y venían las desilusiones, como si algo te rompiera el alma y el cuerpo. Pero sin duda que la enseñanza sin entrega de notas no es lo mismo. Ahora me toca a mí poner las notas y lo que sí que les aseguro es que siempre viene a mi mente mi etapa de "gandul" y me sirve para valorar mejor el esfuerzo de mis alumnos y a entender también a los que todavía no han descubierto que estudiar realmente vale la pena.

1 comentario:

Anónimo dijo...

y te acuerdas cuando llevabamos las chuletas en el diccionario de latín o cuando pegabamos los cambiazos o cuando alguien pillaba el examen antes del mismo y lo llevaba hecho. O los profesores eran tontos o nosotros eramos muy listos porque si no no me lo imagino. De todas formas yo creo que los que no estudian hoy dia ni se preocupan en hacer chuletas o en ingeniarselas para intentar aprobar el examen, simplemente pasan de todo porque al final van a pasar igual y si no ¡qué más da!