sábado, 26 de octubre de 2024

La carretera de Tamaraceite y su devaluado valor arquitectónico

 

Por Esteban G. Santana Cabrera  

La Carretera de Tamaraceite, ubicada en Las Palmas de Gran Canaria, fue paso obligado para todos los viajeros que querían ir al norte de la isla hasta no hace muchos años, antes de la construcción de la Circunvalación. Esta Carretera General tiene una rica historia que se refleja tanto en su trazado como en sus edificaciones, aunque solo el conjunto arquitectónico de la Ermita de la Mayordomía es el que está catalogado como Bien de Interés Cultural (1995) en toda la zona. Esta vía, que conectaba la ciudad con el, hasta los años 80, núcleo rural de Tamaraceite, ha sido testigo de la evolución urbana y arquitectónica del lugar desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, que presenta un deterioro muy importante.

A nadie se le escapa que Tamaraceite ha sufrido una gran transformación en los últimos años. Desde tiempos prehistóricos, ha estado muy influenciada por el hombre ya que era un lugar de vital importancia agrícola y ganadera dentro de la isla de Gran Canaria, como así recogen diferentes historiadores. Desde 1476 se data la existencia del cantón de Tamaraceite. A la gran influencia de la agricultura y de los fenómenos naturales en la degradación del paisaje hay que sumar desde mucho antes el sobrepastoreo, ya que los rebaños de Tamaraceite permanecían aquí desde noviembre hasta julio, para después trasladarse a Valleseco o Firgas. Ya en el S. XX, la introducción del plátano, del tomate y las nuevas construcciones contribuyen a lo que dio lugar a Tamaraceite y a que este espacio esté en continua transformación hasta la actualidad, ya que es uno de los pocos polos de expansión que tiene esta ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

Pero me quiero centrar en la Carretera de Tamaraceite y su alto valor patrimonial y arquitectónico, que surgió como una ruta rural que conectaba Las Palmas de Gran Canaria con los asentamientos agrícolas de Tamaraceite y otros pueblos del interior de la isla y se fue ocupando por viviendas señoriales de otros barrios como Triana y Vegueta. En el siglo XIX, a medida que la población de Las Palmas crecía, también lo hacía la necesidad de mejorar las conexiones con las zonas rurales circundantes. Fue en este contexto en el que se desarrolló la Carretera de Tamaraceite, inicialmente como un camino de tierra, para facilitar el transporte de productos agrícolas hacia la ciudad hasta ser un lugar de parada obligada y donde empezaron a surgir pequeñas industrias, tabernas y comercios que daban servicio no solo a los lugareños sino a todos los de los pueblos circundantes y a los que iban de paso.

Antes de pasar el barranco, todavía se mantiene en pie la vieja ermita de La Mayordomía, cuya edificación actual es del siglo XVIII. No se sabe con exactitud una fecha más precisa. En ese siglo estaba bajo la advocación de San Buenaventura y San Sebastián y se le puso este nombre por devoción del coronel de los Reales Ejércitos Don Jacinto Falcón. Fue construida sobre las ruinas de la anterior que quedó arrasada por un incendio en una tormenta de verano. Algunas de las imágenes fueron salvadas del incendio y llevadas a otras parroquias. Esta es la única construcción protegida en toda Tamaraceite y catalogada como BIC, ya que el ARRU 08, aunque no ha sido aprobado, afortunadamente, daba rienda suelta al derribo de viviendas históricas para la construcción de edificios de varias plantas.

La Carretera de Tamaraceite posee edificaciones de alto valor arquitectónico, muchas de las cuales aún se mantienen en pie a pesar de que el tractor y la especulación deambula por el lugar. Estas construcciones reflejan las influencias arquitectónicas de la época y la adaptación de estilos rurales a las necesidades urbanas emergentes. Las primeras edificaciones que se levantaron en torno a la carretera son de carácter rural y estaban construidas con materiales del entorno, como la piedra y la madera. Estas viviendas solían ser de una o dos plantas, con techos a dos aguas cubiertas de tejas y ventanas pequeñas. La mampostería tradicional y los colores blancos o pasteles predominaban, lo que es característico de las construcciones canarias de esa época. Algunas de estas casas contaban con elementos decorativos sencillos, como balcones de hierro forjado y portones de madera labrada y que han ido cayendo fruto del abandono y la desidia municipal.

La Carretera se convirtió en El Paseo en los años 40 y 50, siendo un vínculo de unión y un punto de encuentro para la gente del pueblo. Era el lugar de reunión para muchos jóvenes, con otros que venían de fuera, del Puerto, del Lomo Apolinario, etc. Todos esperaban con muchas ganas a que llegase el domingo o el día de fiesta para sacar “la ropa de los domingos” y salir a pasear. Los límites del Paseo eran desde el bar de “Vicente el Chico” hasta el Cruce de San Lorenzo, unos 300 metros aproximadamente, que fin de semana era un punto de referencia para los jóvenes llamados por los bailes en la Sociedad de Recreo o las películas en el Cine Galdós. Por allí pasaba el “coche de hora” y los “piratas” que unían Las Palmas con Arucas y Teror. Eran muy lentos pero también respetuosos con la gente que paseaba.

A medida que avanzaba el siglo XX, las viviendas en la Carretera de Tamaraceite comenzaron a mostrar influencias del modernismo, que llegaba a Canarias con cierto retraso respecto a Europa continental. Los detalles decorativos se volvieron más elaborados, con la inclusión de azulejos de cerámica en las fachadas y el uso de molduras y cornisas más trabajadas. Además, se empezaron a ver casas con influencia del estilo ecléctico, que combinaba elementos neoclásicos con otros más modernos, como los ventanales grandes y las rejas de diseño geométrico.

El abandono de construcciones históricas en nuestros barrios tiene consecuencias significativas, tanto a nivel social como cultural. Las edificaciones que quedan en desuso no solo deterioran el paisaje urbano, sino que también representan una pérdida patrimonial irreparable. Estas construcciones, al quedar desatendidas por sus dueños y/o la administración, suelen deteriorarse rápidamente debido a la falta de mantenimiento, lo que puede llevar a su colapso estructural. Además, el abandono de estos edificios contribuye a la degradación del entorno, generando problemas de seguridad y afectando la calidad de vida de los vecinos.

Desde una perspectiva cultural, la pérdida de estas edificaciones implica la desaparición de fragmentos valiosos de la historia de Tamaraceite. Cada edificio antiguo cuenta una parte de la narrativa histórica, y su abandono representa la erosión de la memoria colectiva. Según diversos estudios, como el realizado por Muñoz Viñas en su obra Teoría contemporánea de la restauración.

En la actualidad este lugar emblemático presenta un total abandono, casas tapiadas, algunas ocupadas de manera ilegal, alumbrado obsoleto, asfaltado calamitoso y la suciedad generada por los incívicos que sacan sus perros a hacer sus necesidades en la zona y no las recogen. Un lugar con mucha historia y un alto valor arquitectónico que, si no lo rehabilitamos pasará a ser historia porque caerá bajo el poder de la pala y los tractores.

Por ello, es crucial que las políticas urbanas incluyan estrategias para la rehabilitación y conservación de estas construcciones. La revitalización de edificios históricos de Tamaraceite puede impulsar la regeneración urbana del barrio, fomentando un desarrollo sostenible que respeta y valora el patrimonio cultural.




sábado, 19 de octubre de 2024

Los nombretes de mi barrio

 

Por Esteban G. Santana Cabrera  

Los "nombretes", también conocidos como apodos o dichetes, son una manifestación popular de la cultura oral que ha perdurado a lo largo del tiempo, especialmente en los barrios, donde las relaciones interpersonales son más cercanas y familiares. Estas denominaciones, que en muchos casos tienen un tinte humorístico o cariñoso, son un reflejo del carácter y la identidad de las personas, y suelen estar asociadas a una característica física, a un rasgo de la personalidad o alguna anécdota particular que marcó la vida del individuo. En el caso de mi barrio, Tamaraceite, en Las Palmas de Gran Canaria, estos "nombretes" han formado parte del imaginario colectivo y se han transmitido de generación en generación, creando un vínculo único entre los vecinos y su historia.

Los "nombretes" son mucho más que simples apodos; son expresiones de identidad social que permiten mantener viva una tradición de comunicación popular y de memoria colectiva. En los barrios más tradicionales, como lo ha sido Tamaraceite, estas denominaciones suelen ser conocidas por todos, y a menudo, el verdadero nombre de la persona queda relegado a un segundo plano frente al "nombrete" que lo ha definido ante sus vecinos y amigos. De hecho, es común que alguien se refiera a una persona más por su apodo que por su nombre oficial, lo que demuestra el arraigo del mismo. Por ejemplo a Rafael 'el Alpupú' o Manuel 'el Cazuela' nadie los conocía por su apellido y su “nombrete” era su sello de identidad.  Los mayores, hablando del fútbol de antes me nombraban a jugadores y entrenadores por su “nombrete” como José “el Cabuco”, quien participó en un campeonato en el que quedaron campeones en el Campo España, Lorenzo García “el Blanco”, que jugó en el Porteño, Antonio “el Morris”, en el Marino, el padre de Rafael “el pintor” que fue portero del Victoria.

Cuando en el año 2001 publiqué "Tamaraceite. Recordar es volver a vivir", se me ocurrió incluir un

José Cabuco (a la izquierda)
descubridor de Juanito Guedes)

capítulo sobre los “nombretes” de las familias de Tamaraceite. Les confieso que fue uno de los capítulos que la gente miraba con más interés por ver si el “apodo” de su familia se había recogido. Recuerdo una familia, “los Ministros” que se me olvidó incluirlos, y la hija me lo dijo muy apenada. Como en cualquier pueblo, los nombretes, apodos o dichetes es la manera más fácil para ubicar a una persona determinada. En este sentido, es interesante observar cómo incluso personas respetadas y admiradas en la comunidad pueden tener un apodo que, aunque en un primer momento podría parecer irrespetuoso, en realidad resalta aspectos humanos que los acercan aún más a sus vecinos.

En mi época de estudiante era habitual ponerle un nombrete al profesor. En mi colegio teníamos un profesor de inglés que fue bautizado por sus primeros alumnos como “El Cabo”, conocido en sus inicios por su sistema de dar clases más parecido a un cuartel militar que a un colegio de EGB. Los chiquillos no nos atrevíamos a decírselo a él pero si a su nombre no le poníamos “El Cabo”, no lo conocía nadie. Este profesor fue uno de tantos que tanto en el colegio como en el instituto “bautizaban” sus alumnos. Otros nombretes de “ilustres” y recordados maestros son  “La Patineta”, “el Fósforo” o “la Bombona”. Los que me lean y hayan estudiado en el Adán del Castillo o en el Cairasco de Figueroa les vendrán a la mente enseguida. En nuestro lenguaje coloquial era más cercano y accesible a través de ese apelativo popular que si se refirieran a él o ella simplemente por su nombre. 

Los "nombretes"  forman parte de la identidad de muchos barrios y pueblos en Canarias y en otras

Agustín "Murillo" genio y figura

partes del mundo. Sin embargo, en un contexto tan particular como el de este barrio, donde las tradiciones rurales y la modernidad han convivido durante décadas, los apodos han jugado un papel clave en la forma en que los vecinos se relacionan entre sí y cómo preservan su historia. En una época en la que el anonimato en las grandes ciudades es cada vez más común, los "nombretes" representan un lazo con el pasado, una manera de recordar que las personas están definidas tanto por su carácter individual como por el entorno social en el que se desarrollan.

Tamaraceite como otros muchos lugares es cuna de apodos muy singulares, unos tienen un significado que marcará a la familia durante generaciones, otros son simples “dichetes” que en la infancia servían para molestar a los amigos o amigas de juego y que llegaron a sustituir incluso al nombre de pila.

Quién no conoce a Agustín “Murillo” o a Antonio “el Padrino”. Pero estos “nombretes”, que tienen una historia detrás, son cariñosos, en el que ni el mismo que lo lleva se enfada, sino que se muestra orgulloso del sobrenombre. Hay otros que son más “duros”, cuya familia trata de esconder y que pasará de padres a hijos sin “piedad” del resto de vecinos. Pero estos son los menos y se los aseguro.

Manuel "Cazuela"
el alma de las fiestas
En mi barrio, Tamaraceite, incluso los podríamos clasificar por temas, como por ejemplo de animales,
“Caracol”, “Paloma”, “Palomo”, “Kíkera”, “Ciervo”, Mosquito”, “Caballo”, “Cochino”, “Cucaracho”, “Ratón”,.... Otros están relacionados con profesiones como “Chófar”, “Carniceros”, “Pastor”, “Cantero”, “Camellero”, “Pescaora”, “Filateros”,... Los hay de “gentilicios” como “Moro”, “Chino”, “Indiano”, “Canario”, “Blanco”, “Rubio”, “Negro”, “Árabe”, “Japonés”,  etc. También los encontramos de defectos, estos sí que son tema de “ofensa” como “Jedionda”, “Rebencúa”, “Mierdero”, “Gordo”, “Remendao”... Y también relacionados con la cocina podemos encontrar algunos como “Botija”, “Cocinillas”, “Carajacas”, “Chorro”, “Huevo”, “Batata”, “Cazuela”, “Níspero”, “Papafrita”, “Papita”, “Medio queque”, “Croqueta” y “Bandeja”,...

Hay muchísimos más, pero para no cansarles, si damos un salto en el tiempo, nos podemos encontrar nombretes más modernos como “Moroño”, “Chincha”, “Cachimba”, “Patapalo”, “Mandarria”, “Paleto”, “Marciano”, “Pigmeo”, “Enano”, “Cojo”, “Pirulo”, “Piojo”, “Cabo”, “Drácula”, “Pavo”, “Pelao”, “Tripa”, “Capitán”, “Pirata”, “Peluca”, “Morete”, etc. y que son claro ejemplo del cambio generacional de nuestra gente.

Los "nombretes" en barrios como Tamaraceite son símbolos profundamente arraigados en la vida cotidiana y la memoria colectiva. Estos apelativos reflejan la historia, las características y las relaciones de las personas dentro de nuestros barrios, creando un tejido social que conecta a los vecinos más allá de lo superficial. En lugares donde las relaciones humanas son cercanas y las historias compartidas, los "nombretes" se convierten en una forma de conservar la identidad y mantener viva la tradición. 

Antonio "El padrino"
siempre recordado en Tamaraceite
En definitiva es fruto de nuestra historia, de la vida diaria y cotidiana de nuestros padres, abuelos,
bisabuelos o quién sabe hasta dónde se remonta el origen de cada uno de ellos. Quizá dentro de unos años los “nombretes” sean otros más modernos o desaparezcan, pero no hay que dejar de reconocer, como decía en el 2001, que más bonitos, variados y pintorescos va a ser difícil que los encontremos. Espero que este artículo les haya removido historias y personajes, que igual ya estaban dormidos en el recuerdo, o quizá no.



sábado, 12 de octubre de 2024

Un equipazo

 

Manuel el cazuela , Andrés el lagarto, Antonio el loro, Norberto el pajaro, utillero, Pepe el Camello

Abajo: Monroy, Tony el triguero, Suso el pingüino y el internacional brasilero Youse Miguel el

 Congorolo.

sábado, 28 de septiembre de 2024

SOS salvemos las Charcas de San Lorenzo

Por Esteban G. Santana Cabrera 

Las Charcas de San Lorenzo, el paisaje natural protegido que se encuentra entre los barrios de Tamaraceite y San Lorenzo, se encuentran actualmente en una situación alarmante debido al abandono institucional, a la incidencia del ruido y al vandalismo. Este entorno, que alberga una rica biodiversidad y una infraestructura acuífera histórica, está siendo arrasado por el paso continuo y descontrolado de vehículos de dos ruedas a motor, además de ser víctima de actos vandálicos con vertidos de escombros incontrolados. A pesar de las repetidas solicitudes por parte de los vecinos, las autoridades locales, tanto el Cabildo como el Ayuntamiento, no tienen intención de implementar un plan de conservación adecuado mientras se gastan millones en otros proyectos, a los que no restamos importancia, pero ya tenemos la mosca detrás de la oreja porque salvo algunas acciones muy concretas hace muchos años, parece que la intención es dejarlo morir.

La Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad en España establece la
protección de los espacios naturales y la fauna que los habita. Esta ley ofrece un marco legal sólido para la conservación de Las Charcas de San Lorenzo. Además, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, especialmente el ODS 15 (Vida de Ecosistemas Terrestres) y el ODS 11 (Ciudades y Comunidades Sostenibles), subrayan la importancia de proteger y restaurar los ecosistemas terrestres y de crear comunidades sostenibles y resilientes. A esto le unimos que ha habido un acuerdo plenario, aprobado por unanimidad, para su conservación hace tres años y no se ha movido ni un papel.

Aparte del abandono institucional y las basuras, el ruido, generado por actividades como el paso de vehículos a motor, la música alta y los fuegos artificiales, tiene efectos devastadores en las aves nidificantes. Estudios científicos han demostrado que el ruido puede causar estrés en las aves, alterando sus patrones de canto y comunicación, e incluso llevando al abandono de nidos. Esto reduce significativamente el éxito reproductivo de muchas especies. En el caso de Las Charcas de San Lorenzo, el ruido constante, sobre todo del paso de vehículos, interfiere con la tranquilidad necesaria para que las aves críen a sus polluelos, poniendo en peligro la biodiversidad local.

El paso continuo de vehículos de dos ruedas a motor está deteriorando las acequias, canales, cantoneras, acueductos, caminos reales y senderos, que forman parte del patrimonio etnográfico de la zona. El vandalismo ha dejado marcas irreparables en algunas de estas infraestructuras tal y como se puede ver paseando por allí. La falta de acción por parte de las autoridades municipales e insulares agrava esta situación, dejándonos a los vecinos impotentes ante la destrucción de nuestro patrimonio natural y cultural. A pesar de las repetidas peticiones de los vecinos, el Cabildo y el Ayuntamiento no han implementado ningún plan de conservación ni han regulado el uso público y de ocio del entorno natural. Los vecinos de Tamaraceite, San Lorenzo y de Las Palmas de Gran Canaria solicitamos el disfrute regulado de Las Charcas y el Camino Viejo de San Lorenzo, mejoras en las condiciones biológicas del área, y la creación de elementos interpretativos que promuevan el conocimiento de los valores ambientales asociados al entorno.

Establecer normas claras y controles estrictos para regular el acceso y las actividades en el área, realizar acciones para restaurar y mantener las condiciones naturales de Las Charcas y el Camino Viejo, crear elementos interpretativos y programas educativos para escolares y ciudadanos, que promuevan el conocimiento y el respeto por el entorno natural y por último, restaurar y conservar la infraestructura tradicional, actualmente en estado de semiabandono, son algunas de las medidas que hemos propuesto por activa y por pasiva, pero la administración continúa haciendo oídos sordos.

Las Charcas de San Lorenzo, un tesoro natural y cultural, están en peligro. Es esencial que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y el Cabildo Insular de Gran Canaria tomen medidas inmediatas para conservar este entorno. Los vecinos hemos expresado claramente nuestro deseo de disfrutar de Las Charcas y el Camino Viejo de San Lorenzo de manera sostenible y respetuosa. Con una regulación adecuada, mejoras biológicas, y programas educativos, es posible proteger este valioso patrimonio para las futuras generaciones.


 

viernes, 23 de agosto de 2024

Recuerdos de mi infancia amarilla

Por Esteban G. Santana Cabrera  

Hace 75 años, un 22 de agosto, nacía la Unión Deportiva Las Palmas, un club que no solo ha sido un símbolo para los habitantes de Gran Canaria, sino también una parte fundamental de mi historia familiar. Guardo con orgullo y nostalgia el carnet de socio de mi padre, que con tan solo 29 años, decidió hacerse socio del club, apenas un año después de su fundación. Desde entonces, su vida quedó entrelazada con los colores amarillo y azul, y, gracias a él, la mía también.

Mi padre tenía su asiento en la grada Sur del antiguo Estadio Insular, y ese lugar se convirtió en su segunda casa durante muchos años. Desde pequeño, siempre lo escuchaba hablar de su amor por el equipo, de los partidos y de los jugadores que para él eran como héroes. Juanito Guedes, el Mariscal, casado en Tamaraceite, era habitual en mi casa. Su mujer, prima de mi madre, recién casada con Guedes, llevaba a mi hermana a los partidos de la UD. Tengo algunos recuerdos de él, de su esbelta figura a la puerta del bazar de mi madre y sobre todo de su enfermedad y el día de su muerte. Recuerdo como si fuera ayer la llamada de mi tía que se estaba quedando con él aquella noche en la Clínica Santa Catalina, comunicándole a mi madre su fallecimiento. Su muerte nos unió mucho más con su familia, Georgina y con sus hijos Juani y Javier, mis primos. 

Y ella fue la que una noche de fútbol, aún de luto por su marido, le dijo a mi padre que por qué no llevaba a los niños al fútbol. Y así, desde esa misma noche empezó nuestra aventura futbolera con la UD Las Palmas de Tonono, Castellano, Estévez, Germán, Gilberto, Martín, Hernández, Trona,….  Nos sorteamos mi hermano Luciano y yo a ver quién iba y me tocó a mi, y cada jornada iba uno. Eso porque a Nicolás, el más pequeño no le gustaba el fútbol y encima lo obligábamos a ponerse de portero en nuestros partidos familiares con mis primos. Mi primera vez en el estadio se me quedó grabada a fuego, hace ya medio siglo. Yo era un niño, y la emoción que sentía era difícil de describir. Aquella boche jugábamos contra el Rácing de Santander, un equipo que, aunque lejano, se me quedó grabado en la memoria gracias a nombres como Chinchón, Juan Carlos y Zuviría.

El camino hacia el estadio fue una experiencia en sí misma, en el Renautt Dauphine, que siempre
estaba dispuesto a llevar a algún amigo. Lo dejábamos aparcado por Haricana, por encima de Fernando Guanarteme, e íbamos caminando atravesando Madera y Corcho hasta llegar a Pikolín, que era el preludio de la gran entrada al campo. El ambiente fuera del recinto era mágico: el bullicio de la gente, las risas, las voces que se mezclaban en un murmullo constante, y ese olor inconfundible a jarea que impregnaba el aire. A medida que nos acercábamos al Estadio Insular, sentía cómo crecía mi emoción, como si compartiera un secreto con las miles de personas que, como nosotros, se dirigían a presenciar el partido. Otros estaban ya en los bares de la zona tertuliando o hablando de lo que se podía esperar.

Nosotros íbamos directamente a la puerta de acceso, ya que siempre íbamos con el tiempo justo. Al llegar a los tornos, recuerdo cómo mi padre nos mantenía lo más pegado posible a él, para que pasáramos juntos sin problemas. Era un ritual que me hacía sentir parte de algo mucho más grande, como si, de alguna manera, formara parte del equipo desde el momento en que cruzaba ese umbral. Subir las pequeñas escaleras y ver el césped, respirar el olor, escuchar la megafonía, envolvía a la tarde noche en una magia especial. Vi muchos partidos grandiosos y equipos de bandera como el Madrid de Amancio y Pirri, el Barcelona de Sadurní, Gallego, Cruyff, Sotil y tantos otros. Pude disfrutar de varias etapas de la UD, pero verlo con mi padre era único. Cuando él falleció, en el 78, el año de la Final de la Copa del Rey con el Barcelona, con los jugadores argentinos Brindisi, Wolff o el mismísimo Carnevalli, internacional por Argentina, ir al fútbol no era igual. Nos llevaba un amigo de mi padre o cogíamos la guagua enfrente de casa, pero ya no había emoción, ya no olía las fragancias de antaño y no disfrutaba de los triunfos del equipillo.

Ahora, al cumplirse 75 años de la fundación de la Unión Deportiva Las Palmas, no puedo evitar sentir
una profunda gratitud por esos recuerdos que compartí con mi padre. Él fue uno de los primeros en creer en el club, y a través de él, yo también aprendí a amar a la UD Las Palmas. Aunque los tiempos han cambiado, y con ellos el fútbol, el sentimiento sigue siendo el mismo. Cada vez que pienso en esos días, vuelvo a sentirme como aquel niño que, con los ojos llenos de ilusión, entraba al estadio de la mano de su padre.

Hoy, más que nunca, celebro esos 75 años de historia, no solo por lo que significan para el fútbol canario, sino por lo que representan en mi vida personal. Porque más allá de los goles, las victorias y los trofeos, la Unión Deportiva Las Palmas siempre será para mí un puente hacia los recuerdos más entrañables de mi infancia, y un legado que mi padre me dejó, y que llevo con orgullo.





sábado, 20 de julio de 2024

Don Adán del Castillo y Westerling y la Educación en Tamaraceite

Por Esteban G. Santana Cabrera  

Cuando hablamos en Tamaraceite de Don Adán del Castillo, lo relacionamos con la palabra Educación, porque gracias a este hombre y a su enorme bondad muchos de los niños y niñas de este barrio capitalino pudimos formarnos y acceder al primer colegio de la zona. Por ello me gustaría recordarlo y que lo conociéramos un poquito más en detalle, sobre todo las generaciones de alumnos y alumnas que por sus aulas hemos pasado en sus 61 años de historia. Este artículo está documentado en una entrevista que le hicimos algunos alumnos de 8º de EGB a  varios de sus hijos en 1978, como fruto de un trabajo de clase para conocer la figura de quien ponía nombre a nuestro centro. Vaya desde aquí mi reconocimiento a todo ese grupo del colegio Adán del Castillo entre los que estaban Noly, Juana Fuentes, Claudina, Pablo, Miguel, Pepe Ponce, Luciano, Carmen Ángeles, Cruci, Rosario, Lucas, Juan Miguel, Maricarmen Montañez, Luis, Laura, y tantos otros que formábamos esa generación.

Don Adán del Castillo y Westerling, nacido en Las Palmas el 19 de febrero de 1845, fue una figura notable tanto en la historia de su familia como en la de Gran Canaria. Perteneciente a una familia de ilustre linaje, su vida y sus acciones reflejan los valores y principios que marcaron su época.

Don Adán era el noveno hijo de Don Agustín del Castillo, Cuarto Conde de la Vega Grande, y de Doña Ana Westerling y Massieu. La familia Castillo desciende de los conquistadores de Gran Canaria, Hernán García del Castillo y su hijo Cristóbal, quienes fueron parte de la primera expedición del General Juan Rejón en 1478. Esta familia jugó un papel fundamental en la fundación del Telde cristiano y en la construcción de la parroquia de San Juan Bautista.

Según nos contaron sus hijos, Don Adán del Castillo recibió su educación inicial en el colegio de San Agustín. Aunque su padre planeaba enviarlo a la Península para continuar sus estudios, las responsabilidades familiares le impidieron hacerlo. Sin embargo, continuó perfeccionando sus conocimientos en agronomía en Gran Canaria, campo en el que tenía un gran interés debido a las propiedades agrícolas de su familia.

Don Adán del Castillo y su mujer se casaron en 1878, ella procedía de la antigua familia de Manrique
de Lara, de la que fue Mayorazga, y tuvieron  siete hijos. Su esposa fue señora de gran corazón y de grancarácter. siempre estuvo comprometida con el bienestar de su comunidad. Tanto que Don Adán y ella participaron activamente en la instalación de un Hospital Militar de emergencias en Las Palmas durante la guerra de Cuba. Además, donaron terrenos en Guía para la creación de una granja agrícola y, a pesar de la falta de apoyo gubernamental, intentaron fundar una guardería infantil. Una de las contribuciones más destacadas de Don Adán fue la cesión gratuita de terrenos en Tamaraceite para la creación de un centro educativo que lleva su nombre.

 Esta acción refleja su compromiso con el desarrollo y bienestar de la gente que habitaba en aquellos lugares por donde él tenía tierras. En Tamaraceite, sólo había una escuela unitaria de cuatro unidades, dos de niños y dos de niñas, cuyos maestros eran Don Lorenzo, su cuñado Don Santiago, Doña Ángeles Marrero y Doña Antonia Pérez.

Estaban situadas en la casa que está enfrente de la iglesia y otra en la Montañeta.  Años más tarde, sobre 1962, justo antes de desaparecer, estaban situadas en la Carretera General. La de las niñas estaba donde ahora vive la familia de Fernando Arencibia y enfrente, la de los niños, en la casa que está al lado de a antigua sede de la Federación Las Medianías. Eran maestros de las mismas Don Manuel Balbuena, Don Marino, Doña Antonia y Doña Ángela.

Don Vicente Artiles, farmacéutico en Tamaraceite y concejal del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ante el desbordamiento que sufría esta unitaria, pidió un colegio de 14 unidades para el pueblo. Se lo concedió de 8 unidades, inaugurándose en septiembre de 1963, siendo su primer director Don Manuel Balbuena.

Al colegio se le puso como nombre C.N. Adán del Castillo en memoria del donante de los terrenos. Estaba situado en un lugar muy céntrico ya que en estos terrenos había un campo de fútbol donde se disputaban grandes torneos de aficionados, sobre todo en verano, denominado Llanos de Juanito Amador. Por esa época empezó a construirse de la mano de los propios jóvenes jugadores, en unos terrenos cercanos, lo que sería el campo Juan Guedes, por lo que aquellos torneos veraniegos pasaron a un campo de mayor categoría.

El colegio, al año de su inauguración se quedó pequeño, ya que Tamaraceite estaba acogiendo a una
población procedente de zonas rurales que se estaban instalando en el casco y en los barrios de alrededores. Por estos años empezó a construirse las viviendas del Patronato Francisco Franco, conocido por Los Bloques, que llegaron con mucha población infantil.  Por ello se tuvo que ampliar en 1964, construyéndose las dos torres laterales. 

La vida de Don Adán del Castillo y Westerling es un testimonio de servicio desinteresado y compromiso con la comunidad. Fue, según nos contaron sus hijas,  un hombre muy activo pero sin ambiciones, enemigo de las intrigas y luchas políticas. Vivió como toda su familia las vicisitudes del país en el último tercio del siglo XIX y parte del XX, pero sin demasiadas apetencias ya que siempre prestaba su colaboración más desinteresada a cuanto significara servicio a la Patria y a nuestra tierra. El vivió, como todos, las circunstancias y conflictos producidos aquí por el derrocamiento de Dña. Isabel II, la Segunda República, la Monarquía de D. Amadeo de Saboya y más tarde la Restauración en la persona de D. Alfonso XIII. Don Adán del Castillo fue nombrado caballero de la Gran Cruz del Mérito Agrícola y Presidente del Consejo de Fomento de Las Palmas. Participó en la primera junta del Cabildo Insular en 1912, donde desempeñó un papel importante en el desarrollo de políticas agrícolas y de fomento económico en la isla.

Su legado en Tamaraceite y en toda Gran Canaria sigue siendo recordado y honrado por las generaciones actuales. A través de su ejemplo, aprendemos la importancia de la dedicación a los valores familiares y al progreso social. Pero sobre todo ha tenido una gran influencia en el porvenir educativo de nuestra gente de Tamaraceite. Por ello es de bien nacidos ser agradecidos y Tamaraceite, a pesar de los años transcurridos, continúa siendo agradecida con este gran benefactor.   

sábado, 1 de junio de 2024

Cristina Blanco una directora de premio

 
Por Esteban G. Santana Cabrera  

"La educación no es llenar un balde, sino encender un fuego." Esta frase de William Butler Yeats le viene al pelo a una docente, amiga, que este año culmina su trayectoria profesional en el IES Cairasco de Figueroa y que ha sido galardonada con el Premio Viera y Clavijo,  la mayor condecoración a la labor docente dentro de las enseñanzas no universitarias de Canarias

Cristina Blanco Sánchez ha sido una docente que ha dejado huella en Tamaraceite y en el IES Cairasco de Figueroa, donde he tenido el honor de trabajar a su lado durante varios años. Su dedicación y pasión por la enseñanza se reflejan en sus más de 40 años de servicio, destacando por su compromiso con la educación pública y la formación en valores.

Inició su carrera en 1983 y desde entonces ha dejado una huella imborrable en cada centro donde ha impartido clases. Especialmente en el IES Cairasco de Figueroa, donde ha estado desde 1999, cuando se incorporó como docente de Geografía e Historia. Durante su trayectoria en este centro, desempeñó el cargo de Vicedirectora durante ocho años y, posteriormente, asumió la Dirección durante dieciséis años, demostrando una gestión ejemplar y una visión innovadora.

Desde sus primeros años en Tamaraceite, Cristina no solo se ha dedicado a la educación dentro de las
aulas, sino que ha sido una mujer comprometida con el barrio. Su compromiso con Tamaraceite ha sido notable, implicándose activamente en proyectos comunitarios y estableciendo una conexión sólida entre la escuela y el entorno. Ha trabajado incansablemente para que el IES Cairasco de Figueroa no solo sea un centro educativo, sino también un punto de encuentro y desarrollo para el alumnado del barrio, donde se pudiera formar no solo académicamente sino como personas.

Cristina promovió la creación de Comisiones de Igualdad, Mediación y Convivencia, mejorando el clima escolar y fomentando valores no solo entre el alumnado sino entre las familias,  fortaleciendo los lazos sociales y promoviendo una convivencia armoniosa.

Con ella inicié el proyecto "Ondas por la Solidaridad", un taller de radio, que coordinó tras mi marcha del centro, y no solo proporcionó una plataforma para que el alumnado expresara sus ideas, sino que también conectó al barrio con temas de relevancia social, cultural y educativa.

Como Coordinadora de prácticas, ha guiado a muchos docentes, impartiendo su sabiduría y experiencia a las nuevas generaciones de profesores. Cristina ha defendido siempre la importancia de una educación pública de calidad, abogando por la formación integral del alumnado y la inclusión de valores fundamentales en el currículo educativo.

Cristina Blanco no solo ha sido una líder en la gestión de uno de los centros con más alumnado de Canarias, sino también una inspiración para todos nosotros. Su capacidad para crear un ambiente de trabajo colaborativo y su dedicación a la mejora constante del centro han sido esenciales para el éxito del IES Cairasco de Figueroa. Su enfoque en la inclusión y la equidad ha garantizado que todos los jóvenes de este barrio humilde de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, tenga las mismas oportunidades de aprendizaje y desarrollo personal que cualquier otro de la ciudad.

Su legado en el IES Cairasco de Figueroa perdurará, y su defensa por la enseñanza pública es un faro para futuras generaciones de educadores. Cristina ha demostrado que con esfuerzo y colaboración, se pueden lograr grandes avances en la educación. Su ilusión y entrega en su labor diaria han sido contagiosas, motivando a sus compañeros y alumnos a dar lo mejor de sí mismos.

La influencia de Cristina en Tamaraceite va más allá de su rol como directora; ha sido una líder
comunitaria que ha trabajado incansablemente para mejorar la vida de los jóvenes del barrio y sus familias. Su capacidad para involucrar a la comunidad en la vida escolar ha creado un ambiente de apoyo y colaboración que ha beneficiado a todos. Al final de su carrera, Cristina se jubilará dejando tras de sí un legado de compromiso, dedicación y amor por la educación.

Cristina Blanco Sánchez ha sido, sin duda, una maestra que ha encendido innumerables fuegos en las mentes y corazones de aquellos que tuvimos la suerte de aprender y trabajar con ella. Su legado perdurará, no solo en las aulas del IES Cairasco de Figueroa, sino en todo el barrio de Tamaraceite, que se ha visto  enriquecido por su presencia y su incansable labor.

Gracias Cristina por ser modelo, amiga, compañera, maestra,...pero sobre todo buena persona. Felicidades por ese galardón merecidísimo y gracias en nombre de mi barrio, Tamaraceite, por tanto. 

sábado, 16 de marzo de 2024

"Carmelo Afonso Ramírez: Maestro, Político, Inspiración"


Por Esteban G. Santana Cabrera   

Con el permiso de todos ustedes me gustaría resaltar la labor de un compañero y amigo, docente, recién jubilado, maestro de los de verdad, implicado en sus centros educativos y en su barrio, cuyo mayor premio ha sido el reconocimiento de sus compañeros de trabajo y de sus alumnos, que es lo que nos llevamos al final. A pesar de que no ha sido profeta en su tierra, ni ha recibido el reconocimiento merecido, sirvan estas palabras como homenaje a un maestro que ha estado dedicado durante casi 40 años a mejorar la Educación en Canarias. 

José Carmelo Afonso Ramírez nació en Las Palmas de Gran Canaria, concretamente en el pueblo de
Tamaraceite, aunque buena parte de su familia procede del pueblo de Tenoya. Estudió en el Seminario Diocesano y de ahí pasó a la Escuela de Magisterio. Un estudiante que, con los años, se va a erigir como un pilar fundamental tanto en la educación como en la transformación social de su comunidad. Carmelo Afonso ha dedicado décadas de su vida a la enseñanza y al activismo político, herencia que le viene de casta ya que su abuelo, Juanito Ramírez, fue el último alcalde del extinto Ayuntamiento de San Lorenzo, antes de la anexión al Ayuntamiento de Las Palmas. 

Desde sus primeros días como docente, allá por 1986, José Carmelo no solo se limitó a impartir conocimientos en el aula, sino que también se convirtió en un activo participante en la vida de su barrio, el tiempo que tenía libre, dejando un legado imborrable en las mentes y corazones de aquellos a quienes ha tocado con su compromiso y pasión.. Consciente de los desafíos que enfrentaban los vecinos de esa época, se involucró profundamente en iniciativas comunitarias destinadas a mejorar las condiciones de vida de todos poniéndose en primera línea desde la asociación de vecinos y la Federación de Asociaciones las Medianías. 

Su compromiso político fue una extensión natural de su deseo de cambio y justicia social. Inicialmente afiliado a Izquierda Canaria Unida y luego a Coalición Canaria, José Carmelo canalizó su energía y visión en la esfera política, buscando convertir las palabras en acciones. Su compromiso le lleva a la formación continua y realiza el Curso de Postgrado “Experto Universitario en Gestión Integrada de Políticas Sociales” . Durante dos años pasa a ser  Asesor Técnico de la Consejería de Política Territorial del Gobierno de Canarias. Supervisando los Planes de Barrios, Planes de Polígonos y los Planes de Acción Medioambiental. 

Con el tiempo, su influencia se extendió más allá de las fronteras locales. Desde su candidatura a la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria hasta su participación como concejal y candidato en las elecciones europeas, José Carmelo se convirtió en un símbolo de esperanza y cambio progresista. Su voz resonó en las salas del ayuntamiento, donde abogó incansablemente por los derechos de los más desfavorecidos y por políticas que promovieran la igualdad y la dignidad de los barrios periféricos que poco a poco iban perdiendo su idiosincrasia.

Toda su larga trayectoria profesional ha estado vinculada a la enseñanza y a la educación. Su andadura la comenzó en el CEIP Agustín Millares Carló para luego pasar al CEIP La Lajita. Se podrían mencionar muchísimos aspectos trabajados por él que han tenido una repercusión importante en todos los ámbitos educativos. Fue uno de los padres junto a su equipo de una serie de normativas educativas pionera en todo el Estado Español y que muchas Comunidades Autónomas tomaron como referencia para el desarrollo de las Actividades Extraescolares y Complementarias.

En septiembre de 1996 cuando empieza a ejercer como técnico se publica en octubre el DECRETO

234/1996, de 12 de septiembre, por el que se regulan las Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos y Alumnas y de sus Federaciones y Confederaciones en los centros docentes que imparten enseñanzas no universitarias de la Comunidad Autónoma de Canarias. 

Apoyo Técnico Educativo en el Gabinete del Consejero de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias. Responsable de Programas Europeos y de la Oficina de la Viceconsejería de Educación y Universidades. Técnico Educativo de la Dirección General de Dependencia, Infancia y Familia de la Consejería de Cultura, Deportes, Políticas Sociales y Vivienda. Asesor de Presidencia del Gobierno de Canarias. Coordinador Asesor Educativo de la Dirección Territorial de Educación de Las Palmas. Coordinador de Formación Profesional en la Dirección General de Formación Profesional y Educación de Adultos de la Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes fueron algunos de sus puestos a lo largo de estos años.

Sin embargo, su legado más perdurable reside en el impacto que tuvo en las vidas de sus alumnos, compañeros y vecinos. Como educador, no solo impartió conocimientos académicos en centros de Primaria o la extinta Tutoría de Jóvenes, sino que también sembró semillas de empatía, compasión y justicia en las mentes jóvenes. Su dedicación y ejemplo inspiraron a generaciones de estudiantes a convertirse en agentes de cambio en sus propias comunidades, y sobre todo a poner esperanza a jóvenes en situación desesperada y desfavorecida.

Al jubilarse este año, José Carmelo Afonso Ramírez deja tras de sí un legado de compromiso, lucha y servicio desinteresado. Su vida es un recordatorio poderoso de que, con determinación y pasión, cada uno de nosotros puede marcar una diferencia significativa en el mundo que nos rodea. No hace falta que nadie le reconozca con una mención o distinción, el mayor premio se lo han dado los que hemos tenido el enorme placer de aprender a su lado. Seguro que le esperan grandes retos aún y todavía tiene mucho que aportar, por eso que esto no suene a despedida sino a un cambio de etapa. ¡A por la siguiente!


martes, 12 de marzo de 2024

Estimados vecinos de Tamaraceite

Por Esteban G. Santana Cabrera  

Soy nacido y criado en el barrio de Tamaraceite. Vivo en la misma casa donde nací y me siento orgulloso de ser de barrio. Me gusta salir de casa y saludar a la gente de toda la vida, con los que compartía en mi infancia momentos de juego en la calle o en los campos de fútbol, que en otra época eran estanques. Como vecino de nuestro querido barrio de Tamaraceite, aunque somos muchos los que nos resistimos a llamarle barrio sino pueblo,  no puedo evitar sentir la necesidad de dirigirme a todos ustedes para expresar una creciente preocupación que comparto con muchos de ustedes: la falta de respuesta de las autoridades municipales a nuestras demandas ciudadanas.

En poco más de 30 años, hemos sido testigos de un desarrollo brutal de nuestro barrio sobre todo a lo que se refiere al número de edificaciones. Sin embargo, esta evolución no ha venido acompañada del necesario progreso en servicios e infraestructuras que mejoren nuestra calidad de vida. La construcción de viviendas es esencial, pero la creación de un entorno habitable y funcional va más allá de las paredes de nuestras viviendas. El plan de reposición de los Bloques, Las viviendas del Patronato Francisco Franco es interminable, se está convirtiendo en un "gueto" a donde están llegando personas en precario de toda la ciudad y donde se puede conseguir una vivienda tapiada por unos pocos cientos de euros. 

Uno de los problemas más apremiantes es la situación del transporte público en Tamaraceite. Nos enfrentamos a desafíos diarios para movilizarnos dentro y fuera del barrio debido a la falta de un servicio de transporte eficiente y bien conectado y al sufrimeinto de los atascos de entrada y salida en horas punta. Es fundamental que abordemos esta cuestión para facilitar la movilidad de todos, desde los más jóvenes hasta los mayores.

La ausencia de un centro de salud con especialidades en nuestro barrio también es motivo de gran preocupación. La atención médica debería ser accesible para todos, y es necesario que trabajemos juntos para exigir la construcción de un nuevo centro de salud que satisfaga nuestras necesidades y garantice una atención médica de calidad.

Además, la carencia de parques y zonas verdes afecta directamente a nuestra calidad de vida. Todos, especialmente los más pequeños, merecemos espacios públicos donde podamos disfrutar del aire libre, hacer ejercicio y pasar tiempo de calidad con nuestras familias. La creación del Corredor verde, por el cual esperamos desde hace más de 10 años, y la creación del Parque Agroambiental de las Charcas de San Lorenzo, serían un paso significativo hacia un entorno más saludable y sostenible.

Otro aspecto crítico es el estado de la limpieza, el  alcantarillado y el asfaltado en nuestras calles. La falta de mantenimiento ha llevado a problemas que afectan directamente nuestra seguridad y bienestar. Exigimos la renovación de estas infraestructuras básicas para garantizar un entorno limpio, seguro y funcional.

Por último, pero no menos importante, la conservación de las fachadas históricas del barrio es esencial para preservar nuestra identidad y patrimonio. Debemos instar a las autoridades a implementar medidas que protejan y restauren estos edificios que dan carácter a Tamaraceite, y que el plan de rehabilitación que propuso el concejal anterior, el API 08, contemplaba el derribo de muchos edificios para que pudieran aumentar el número de plantas, o la desaparición de muchas casas cueva en la Montañeta a cambio de la permuta por un piso compartido.

Como barrio histórico, donde surgió la primera Asociación de Vecinos de España, tenemos el poder de hacer oír nuestras voces y hacer que las cosas cambien. Propongo que nos movilicemos como vecinos, uniéndonos en un esfuerzo conjunto para expresar nuestras preocupaciones a las autoridades municipales. La colaboración y la participación activa son clave para lograr el desarrollo integral que nuestro barrio merece.

Desde estas líneas insto a los colectivos vecinales, sociales y culturales del barrio, a que se unan y luchen por los derechos de los vecinos y vecinas de Tamaraceite. No todo son centros comerciales, supermercados, fiestas y actos culturales, que sí que son importantes, pero primero recuperar nuestra dignidad, sin más engaños, como el Centro Sociocultural Jesús Arencibia que lleva ocho meses cerrado a cal y canto a pesar de que se inaugurara antes de las elecciones y nos lo vendieran como el “nuevo eje cultural del distrito”. Juntos, podemos presionar de manera efectiva para lograr mejoras tangibles en Tamaraceite.

Hagamos de este esfuerzo una oportunidad para fortalecer nuestro sentido de comunidad y trabajar juntos en la construcción de un futuro más próspero para todos. Nuestro compromiso y determinación serán fundamentales para influir en las decisiones del ayuntamiento y de su alcaldesa y lograr un Tamaraceite que refleje verdaderamente nuestras necesidades y aspiraciones.

Gracias por su atención y cuenten con mi apoyo en esta importante iniciativa.