viernes, 19 de enero de 2018
Acto del comienzo de las Fiestas de Tamaraceite 2018
El pasado 13 de febrero se abrieron los actos de las fiestas de San Antonio Abad de Tamaraceite. Un acto que compartimos en audio y alguna imagen en vivo.
martes, 16 de enero de 2018
Agustín Angulo Sánchez
Javier Durán LPDLP
Agustín Angulo Sánchez. LP / DLP
Bajo una lluvia fina y en la misma tierra que le vio nacer, fallecía la madrugada del Día de Reyes nuestro tío Agustín Angulo Sánchez, el último eslabón que unía a la familia con un pasado agrícola que se diluye y que queremos asir entre olores, rostros y voces que nos acunan. Agricultor desde tiempos inmemoriales -no le recuerdo en otra dedicación- , abandonó la vida abrigado por el territorio donde ejerció hasta bien entrados los ochenta años como sabio en semillas, abonos, aguas, tuberías, pozos, plataneras, podas, aljibes, linderos, fincas, cacería, ganados, gallanías...
Cerró los ojos en Jacomar, el lugar que fundaron su abuela Juana Betancor Hernández - hermana de Diego Betancor Hernández, creador del emporio agrícola 'los betancores'- y su abuelo Santiago Sánchez Rodríguez, donde allanaron terrenos, levantaron paredes de piedra seca y construyeron su casa para ganarse el pan de cada día.
En el momento de darle este humilde adiós trato de secuestrar su sabiduría y subirme en sus remotos recuerdos: el vergel de Casa Ayala, la finca de su otro abuelo, Agustín Angulo Alemán, otro agricultor a la vieja usanza, que abrió en 1929 un almacén de empaquetado de fruta en la Carretera General de Tamaraceite, todavía en pie. Tío Agustín bebió de las fuentes de sus ascendientes. Junto a su madre, Ascensión Sánchez Betancor, y su tía Pino, tití, cultivó Jacomar, gestionó sus plataneras y mantuvo en el tiempo como una roca dura, resistente, el maravilloso arcano de un mundo lleno de sensaciones. Lo veo con sus botas hasta las rodillas, alto y fuerte, mirando cómo nos bañábamos en los riegos llenos de agua bajo un sol incandescente. Para mis hermanos, para mis primos, para todos, él era una parte del paraíso de nuestra infancia, el sitio al que siempre volvíamos tras una semana de colegio. Y allí, con abuelo, abuela y tití siempre nos esperaba para mostrarnos los secretos del campo, desde cómo coger el hurón para que no te mordiese a cómo ordeñar una cabra. Ha muerto un hombre cuya larga vida tuvo siempre la misma frontera: las tierras de su familia. Gracias tío Agustín por enseñarnos a ser mejores personas.
Agustín Angulo Sánchez. LP / DLP
Bajo una lluvia fina y en la misma tierra que le vio nacer, fallecía la madrugada del Día de Reyes nuestro tío Agustín Angulo Sánchez, el último eslabón que unía a la familia con un pasado agrícola que se diluye y que queremos asir entre olores, rostros y voces que nos acunan. Agricultor desde tiempos inmemoriales -no le recuerdo en otra dedicación- , abandonó la vida abrigado por el territorio donde ejerció hasta bien entrados los ochenta años como sabio en semillas, abonos, aguas, tuberías, pozos, plataneras, podas, aljibes, linderos, fincas, cacería, ganados, gallanías...
Cerró los ojos en Jacomar, el lugar que fundaron su abuela Juana Betancor Hernández - hermana de Diego Betancor Hernández, creador del emporio agrícola 'los betancores'- y su abuelo Santiago Sánchez Rodríguez, donde allanaron terrenos, levantaron paredes de piedra seca y construyeron su casa para ganarse el pan de cada día.
En el momento de darle este humilde adiós trato de secuestrar su sabiduría y subirme en sus remotos recuerdos: el vergel de Casa Ayala, la finca de su otro abuelo, Agustín Angulo Alemán, otro agricultor a la vieja usanza, que abrió en 1929 un almacén de empaquetado de fruta en la Carretera General de Tamaraceite, todavía en pie. Tío Agustín bebió de las fuentes de sus ascendientes. Junto a su madre, Ascensión Sánchez Betancor, y su tía Pino, tití, cultivó Jacomar, gestionó sus plataneras y mantuvo en el tiempo como una roca dura, resistente, el maravilloso arcano de un mundo lleno de sensaciones. Lo veo con sus botas hasta las rodillas, alto y fuerte, mirando cómo nos bañábamos en los riegos llenos de agua bajo un sol incandescente. Para mis hermanos, para mis primos, para todos, él era una parte del paraíso de nuestra infancia, el sitio al que siempre volvíamos tras una semana de colegio. Y allí, con abuelo, abuela y tití siempre nos esperaba para mostrarnos los secretos del campo, desde cómo coger el hurón para que no te mordiese a cómo ordeñar una cabra. Ha muerto un hombre cuya larga vida tuvo siempre la misma frontera: las tierras de su familia. Gracias tío Agustín por enseñarnos a ser mejores personas.
domingo, 14 de enero de 2018
Pregón Fiestas de Tamaraceite 2018
Por Esteban G. Santana Cabrera |
Realizar el pregón de mi pueblo, Tamaraceite, para mí es
un honor, doble por otra parte, ya que no solo por ser el escogido y pasar a
pertenecer entre ese elenco de personajes que han podido realizar este acto tan
entrañable, de un lugar que no hace poco más de 500 años era uno de los
cantones de esta isla de Gran Canaria, sino porque Tamaraceite ya no es lo que
era, ni a nivel físico ni desgraciadamente en cuanto al arraigo de la gente que
por aquí habita.
Mucho ha llovido desde esa época en que los antiguos
moradores del lomo de la Cruz, en la que nos encontramos, sobre el que se
asentó el camino real y después la carretera hacia Arucas, al norte el
barranquillo de Jacomar, en el entorno
de la antigua dehesa de Tamaraceite, al
lado del camino real que va a la Ciudad y el lugarejo de Tamaraceite que no es
otro que el después llamado Lugarejo de San Lorenzo por donde discurría el
camino real hacia Teror.
Gran Canaria, según Viera y Clavijo, estaba dividida en
varios cantones o pequeños estados: Galdar, Telde, Agüimez, Texeda, Aquexata,
Agaete, Tamarazeyte, Artebirgo, Artiacar y Arucas, gobernadas por reyes,
llamándose el de Tamarazeyte “Adeun”. Tamaraceite desde tiempos prehistóricos
ha estado muy influenciada por el hombre ya que era un lugar de vital importancia
agrícola y ganadera dentro de la isla de Gran Canaria, como así recogen
diferentes historiadores. La población aborigen se asentaba principalmente en
lo que hoy conocemos por “La Montañeta” y prueba de ello son las innumerables
cuevas que existen en la zona y que sirvieron de vivienda a nuestros abuelos. Desde
1476 se data la existencia del cantón de Tamaraceite. Durante la colonización,
los historiadores Abreu y Galindo y Morales Padrón hablan de capturas de
ganado, productos agrícolas y de la existencia de grandes palmerales. En el S.
XVII hay referencias de las primeras inundaciones. En 1641, cuando sólo llevaba
un año construida la ermita, un temporal hizo correr el barranco de
Tamaraceite, inundándose la misma. Se veían nadando las vigas, tablas y tallas,
decían, a pesar de que ésta se encuentra
a más de 25 metros del lecho del barranco.
Pero no me quiero detener en este pregón en la historia
de Tamaraceite, que la mayoría conocemos. Hoy lo que nos ha reunido aquí son
las fiestas. Las fiestas de este pueblo vienen de la mano de la Parroquia de
San Antonio Abad de Tamaraceite que cumplió 80 años el pasado mes de diciembre.
La figura del cura ha sido muy importante en la historia de este pueblo, y en
las fiestas por supuesto. Si no es por el párroco Víctor Domínguez, y por el
empeño de la gente de la parroquia cada año, las fiestas de Tamaraceite ya no
existirían. Haya actos populares o no, porque como la fiesta de este año ya la
hemos vivido por estos lares, donde la gente, cansada ya de pedir y no recibir
se aburre y no se implica por tener un pueblo más amable, y en el que haya
otros puntos de encuentro que no sea la nueva área comercial.
Porque la gente antes se encontraba en la plaza, en el
paseo, en la sociedad, en el cine, en los carnavales y cómo no, en las fiestas
de su santo patrono. Todo se ha perdido menos esto último, y gracias a Dios, y
a los curas. Aunque desde el año 1896 aparecen curas encargados o capellanes de
Tamaraceite, hasta la fecha solamente han sido doce los sacerdotes con
nombramiento de Párroco, teniendo en cuenta que la parroquia de San Antonio
Abad fue creada el 8 de diciembre de 1937.
Hoy quiero hacer mención especial a uno de los párrocos
que dejó huella en Tamaraceite, entre otros muchos, y cuyos restos descansan en
nuestro templo parroquial. Fue Don Ignacio Domínguez. De impresionante cataloga
la despedida el periódico El Eco de Canarias del miércoles 13 de octubre de
1971, de manos de su corresponsal por aquella época nuestro entrañable amigo y
que tanto hiciera por estas fiestas, Antonio Ojeda, del que hasta aquellos días
había sido su cura párroco Don Ignacio Domínguez. Si impresionante fue la
despedida, igual lo fue la recepción de sus restos mortales en la iglesia de
Tamaraceite que estaba abarrotada para recibir al que hasta ese momento había
sido su párroco y cuyo funeral fue
oficiado por el Obispo de la diócesis Monseñor Infantes Florido, siendo yo
apenas un niño.
Pero las fiestas de este pueblo, hay que unirlas a los
personajes que marcaron la historia de
la Montañeta de Tamaraceite, aparte de los curas, personajes carismáticos como
los guardias, las famosas “tiendas de Aceite y Vinagre” y de sus propietarios.
Mariquita Serapita, Mariquita Coello, Lorenzo“el Titino”, Pilarito, Carmita
Déniz, Isabelita “la Barbera”, Pedro Acosta, Luisito Falcón y Juanita Pérez
fueron algunos de los más conocidos o personajes relacionados con la educación
como el profesor Balbuena, Conchi Moreno, las hermanas Cabrera o Chita que daba
clase en su cueva de la calle Belén... Destacamos también otros personajes como
el ilustre artista Jesús Arencibia o su primo Antonio, Felipito, el chófer,
siempre bien vestido con su uniforme, José “Padre Dios”, tostador del molino de
Antonio Juan Suárez, las costureras Lolita Vizcaino y Julita, Andrés el sastre
o Mariquita González impulsora de las comedias y que tantas obras albergara
esta misma iglesia y algunos de cuyos actores y actrices se encuentran hoy entre
nosotros. Pero hay otros personajes populares de nuestra Montañeta y de
nuestras fiestas, como Manuel Cazuela, Pepe Déniz, Antonio “el Padrino”,
Jacinto, Agustín “Murillo”, Ramón el de las flores, las parteras, los
practicantes, los barberos y un sinfín que le daban a las fiestas ese toque de
vecindad que tanto echamos de menos. Muchos de ellos confluían en espacios como
el pilar, el cine, la sociedad de recreo, la plaza o el paseo, pero sobre todo
en las fiestas, lugar de encuentro de vecinos y foráneos.
Hablar de las fiestas de Tamaraceite, hoy que tanto se
habla de los centros comerciales, es hablar de Manuel Cabrera Rivero “Macriver”,
pionero de los centros comerciales en la isla y que era fiel apoyo para las
comisiones de fiestas de la época para que sufragaran los gastos de las mismas.
Cuantos vecinos “ilustres” y cuántos ya en el olvido. Por ello aprovecho este
estrado para reivindicar un Tamaraceite nuestro, donde paseemos por unas calles
que lleven los nombres de nuestra gente, de nuestros vecinos, de esos que
marcaron una parte de nuestra historia más cercana.
El verde de los dragos y las palmeras, los estanques y
las plataneras han dado paso a un gris cemento que se mezcla en la noche con
las luces del gran centro comercial Alisios
que se ha inaugurado en Tamaraceite Sur donde antes eran fincas llenas
de vida y que, se llena de gente dispuesta a buscar la mejor ganga, mientras antes
era lugar de trabajo para muchos de nuestros vecinos.
Los tiempos cambian, y las fiestas también, como no podía
ser menos, pero el ejemplo de San Antonio Abad debe ser para nosotros los
tamaraceiteros y los nuevos moradores, un ejemplo de persistencia. Nadie nos va
a apagar la voz, y a ello contribuye desde hace más de 20 años Radio
Tamaraceite que, cómo no, llegó de la mano de otro cura de los que han dejado
huella en nuestro pueblo, Jesús Vega Mesa. Una radio que ha tenido a lo
largo de estos años varios reconocimientos como el Premio Jóvenes con Valores 2006 de la
Comunidad canaria otorgado por la Fundación la Caixa, el Premio Nacional Manos
Unidas de radio 2008, Premio de Periodismo Pedro Marcelino Quintana 2009, de la
Tertulia Pedro Marcelino Quintana de Arucas, el reconocimiento de la Fundación
Bertelsmann al trabajo que realizaba Radio Tamaraceite como experiencia de
Emprendimiento Social Juvenil (ESJ) y el reconocimiento recientemente de la
Fundación Banco Santander entre otros.
Tamaraceite desde
los años 50 se constituye en una zona de asentamiento barato, sin
planificación, cerca de la ciudad y a la vez cerca de núcleos rurales de
procedencia como Artenara, Teror, Valleseco, etc. El Nomenclator de 1950 cifra
en 2.712 habitantes de derecho y 2.673 habitantes de hecho. Muchos de nuestros
barrios de alrededor surgen en zonas donde las actividades agrarias comienzan a
caer en desuso, ya que se van abandonando los bancales y los embalses.
Tamaraceite casco ha ido creciendo a pasos agigantados, triplicando su
población en las fincas que la rodeaban y que conocíamos por sus nombres como
la Finca del Canario, la de Don Sixto Henriquez, y otras.
No quiero que este pregón sea un canto a lo que fue sino
que sea un discurso a lo que debemos ser. No quiero que sea un canto a la
tristeza y a la añoranza sino un grito a la esperanza y a la lucha por el
cambio. El Tamaraceite de hoy es un Tamaraceite distinto al que fue en la época
dorada del Cine Galdós, Los Covina, la Compañía Lope de Rueda o Adeun. Todos
ellos muy relacionados con las fiestas de este pueblo, porque tenían presencia
año sí y año también en los actos que por aquí se organizaban. El Tamaraceite
de hoy es distinto pero con muchas posibilidades si recuperamos lugares y
espacios que en otra época tenían otro uso y que ahora pueden ser espacios para
el encuentro entre los vecinos como puede ser el camino Viejo a San Lorenzo, el
Corredor Verde o los alrededores de la ermita de la Mayordomía. El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria
está desarrollando un Proyecto de rehabilitación integral del casco histórico
de Tamaraceite contando con la participación de los colectivos sociales,
vecinales y los representantes de los centros educativos, sanitarios y de
carácter social que hay en el barrio. Apoyémosles, participemos. Es verdad que
mucho tienen que cambiar las cosas para que nosotros lo veamos, pero la fe es
lo último que se pierde, por ello que nos sirva de ejemplo nuestro santo
patrono y pidámosle que nos dé fe y fuerzas para trabajar para que Tamaraceite
vuelva, si no a ser lo que fue, que eso va a ser imposible, sí que al menos
vuelva a ser un pueblo con dignidad.
¡Viva San Antonio Abad, Viva Tamaraceite!
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