LPDLP. Conocí a Rafael como un hombre serio que muchas veces jugaba a reír y ser bromista. Sobre todo con su amigo inseparable Manuel Santana el Cazuela, otro gran personaje del pueblo de Tamaraceite, también fallecido. Rafael y Manuel eran conocidos por sus nombretes: Rafael 'el Alpupú' y Manuel 'el Cazuela'. Los dos dieron muchos momentos de alegría a los parroquianos de Tamaraceite con sus parodias y sus aparentes y divertidas discusiones.
Pero lo del humor era sólo una faceta de su vida. Fue un hombre creyente, responsable y serio en sus compromisos. En él puse toda mi confianza mientras fui cura en Tamaraceite. Se ocupaba de manejar los dineros de la iglesia. Contaba semanalmente lo que se recogía en las colectas dominicales y lo ingresaba en la Caja.
En la vida familiar ejerció, sobre todo, de abuelo. Hablaba de ellos con emoción. Los éxitos de sus nietos los convertía en éxitos suyos. Y como se emocionaba fácilmente, al hablar de ellos sus ojos se humedecían al instante.
Consciente de eso, y queriendo recoger el testimonio del Rafael abuelo, el día que falleció pedí a su nieta, Samantha, compartir juntos un artículo en sui recuerdo. Y esto es lo que ella ha escrito: "Nunca se encuentran las palabras adecuadas para consolar la pérdida de un ser querido. Los abuelos forman una parte crucial de nuestra vida, nos malcrían a la vez que nos ilustran con increíbles historias que parecen sacadas de otra vida. No obstante, nunca nos preparan para vivir sin ellos, y aunque sabemos que es ley de vida, no existe un momento adecuado para que duela menos. Para cada persona significa algo diferente, yo sólo puedo hablar de lo que ha significado para mí y mi familia la pérdida de Rafael Rodríguez Rodríguez.
Son mil y una las historias que tenemos hijos y nietos. Unas divertidas, otras de lección de vida, y otras, cómo no, reprimendas merecidas: al fin y al cabo somos la fusión "alpupú- fandango", así que todos hemos sido un poco trastos.
Pese a alguna colleja, siempre se mostró paciente y dispuesto a ayudar. Nos enseñó el valor de las cosas, a ser buenos economizadores, respetuosos y justos. Incluso a algunos de nosotros nos enseñó a disfrutar del intelecto y del razonamiento a través de sus partidas magistrales de ajedrez.
No sólo fue querido por su familia y amigos, sino que además fue siempre bien valorado en su trabajo, con el que disfrutaba incluso en su hogar. "La carpintería de abuelito", allí nos mostraba y empapaba de su ingenio, convirtiendo simples trozos de madera en espadas o pistolas, poleas, colgadores, incluso puertas, en definitiva, cualquier cosa que necesitáramos.
Fue un luchador hasta en sus últimos momentos, y pese a que lo daban por perdido, el resurgía una y otra vez, como decimos en casa: Rafaelito Rodríguez genio y figura hasta la sepultura.
Aún llegando el final, nunca dejó que nadie se le impusiera, dejando siempre claro su papel para nosotros, nuestro querido Patriarca.
Fue un hombre de ideales atemporales, "chapado a la antigua" como le decíamos los más jóvenes, pero no lo tuvo fácil, era del 30 y su gran espíritu de superación, inquebrantable hasta el final es uno de sus legados. A pesar de los tiempos que tuvo que correr, vivencias, acontecimientos e historias hicieron que se adaptara y modernizara a los de hoy, haciendo de él un Marido, un Padre y Abuelo cuya vida es un referente a seguir.
A todos se nos llena la boca al hablar de mi abuelo, quien no dudó en ningún momento de privarse de lujos para que nosotros pudiéramos tener siempre todo lo que necesitáramos.
Su pérdida ha dejado un gran vacío en nosotros, pero su amor, su cariño, sus enseñanzas, nuestros más preciados recuerdos junto a él siempre quedarán, haciéndonos sonreír cada vez que lo recordemos diciendo cosas como: "Totorota", "Mentecato", sus míticas fotos sin cristales en las gafas o sin mirar a la cámara porque no le gustaba el reflejo, o sus refranes favoritos: "Un ricachón mentecato, ahorrador empedernido, por comprar jamón barato lo compró medio podrido. Entre botica y galeno gastó doble del jamón por no comprar jamón bueno, hoy piensa que fue un loco puesto que economizar no es gastar mucho ni poco, sino saberlo gastar".
Y así será como lo recordaremos, como un hombre sabio que siempre nos tendió la mano, al que quisimos, querremos y sobre todo, jamás olvidaremos".
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