Benjamín con Suso Vega |
Por: Esteban G. Santana Cabrera
Quiero confesarles que hoy es un día especialmente triste para mí, porque como bien dice el estribillo de la canción "cuando un amigo se va, algo se muere en el alma". Y no deja de ser cierto este párrafo, porque los amigos forman parte de esa familia que nosotros hemos sumado a nuestro alrededor y que nos acompaña, nos arropa, nos animan, nos bajan a la realidad,...están aunque no estén,
Quiero confesarles que hoy es un día especialmente triste para mí, porque como bien dice el estribillo de la canción "cuando un amigo se va, algo se muere en el alma". Y no deja de ser cierto este párrafo, porque los amigos forman parte de esa familia que nosotros hemos sumado a nuestro alrededor y que nos acompaña, nos arropa, nos animan, nos bajan a la realidad,...están aunque no estén,
Hoy un trocito de mi alma y la de muchos tamaraceiteros, y no exagero con lo que digo, se nos ha muerto con el fallecimiento prematuro de Benjamín Saavedra Pérez, Benji como le decíamos nosotros familiarmente. Apareció en mi vida y en la de mi familia recién llegado del internado San Antonio, del que salió para poder echar un cabo en la economía familiar.
La historia de Benjamín es la de un niño de familia numerosa, con una madre enferma y un padre ingresado permanentemente. De pequeño es internado en el Orfanato San Antonio donde estuvo hasta los 14 años en que sale de allí para incorporarse un año en el colegio e inmediatamente dejarlo para ponerse a trabajar para poder ayudar en casa. Limpiar palomares, descargar camiones, carpintero, peón de la construcción, ayudante de supermercado, etc.. fueron algunos de sus empleos, de los que por supuesto no cobraba una nómina sino que vivía de la buena voluntad de los que lo "contrataban". Víctima del engaño de más de un desaprensivo, mi amigo Benjamín compaginaba su trabajo con los cuidados de su madre enferma. Siempre buscaba un hueco para sus dos aficiones, jugar al fútbol y ver la tele. Recuerdo aquellas tardes de fútbol en el Adán del Castillo, sus regates, y su inteligencia moviendo el balón. ¡Cómo respetábamos a Benjamín!
A pesar de su situación económica y personal, siempre tenía tiempo para los demás, para echar un cabo en lo que podía a los que lo necesitaban más que él, que desgraciadamente "haberlos hailos". A mi madre le ayudó mucho en el bazar. Llegaba por las noches después de una dura jornada lavando coches, descargando camiones, en una carpintería, o en lo que fuera, y siempre tenía tiempo para ayudar. ¡Y siempre sonriendo!
Afortunadamente mi amigo Benjamín, fue un ejemplo de constancia y perseverancia. Ya cumplida la veintena tuve la oportunidad de prepararlo para sacar el graduado escolar, que lo obtuvo con mucho esfuerzo y dedicación. De buen corazón y sobre todo de mucha generosidad, consiguió un trabajo fijo, en la Pescadería de Andrés, y en él se le valoraba lo mucho que valía. Era la sonrisa y la alegría de la tienda y eso lo puede refrendar cualquiera. Por todo esto fue reconocido como Premio Radio Tamaraceite a los valores y a la superación en el año 2005.
Afortunadamente mi amigo Benjamín, fue un ejemplo de constancia y perseverancia. Ya cumplida la veintena tuve la oportunidad de prepararlo para sacar el graduado escolar, que lo obtuvo con mucho esfuerzo y dedicación. De buen corazón y sobre todo de mucha generosidad, consiguió un trabajo fijo, en la Pescadería de Andrés, y en él se le valoraba lo mucho que valía. Era la sonrisa y la alegría de la tienda y eso lo puede refrendar cualquiera. Por todo esto fue reconocido como Premio Radio Tamaraceite a los valores y a la superación en el año 2005.
A veces el nacer en "buenas familias" no da lo importante de esta vida que es ser "buena persona", con corazones grandes como los de Benjamín y otros tantos, y que para mí, como bien le decía a él en muchas ocasiones, tiene el cielo ganado en el sentido amplio de la palabra.
GRACIAS Benjamín, amigo, por tu amistad desinteresada, por tu humildad, tu sencillez y tu simpatía.GRACIAS por ser ejemplo para muchos de nosotros. te fuiste a tu estilo, sin decir nada, en silencio, sin querer molestar. No pudimos despedirnos, pero un trocito de tí siempre permanecerá en nosotros, en tu pueblo de Tamaraceite, en su gente y espero, y lanzo el reto a quien competa, ver tu nombre en el callejero de alguna de nuestras calles, más temprano que tarde. D.E.P
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