Este fin de semana de Carnaval es largo para muchos, sobre todo para los más pequeños. El otro día hacía una reflexión en voz alta sobre que los carnavales de ahora son más unas fiestas para ver que para disfrutar. Desde el sillón de nuestra casa podemos sentarnos a ver los concursos de murgas y de comparsas, las Galas de la Reina y Drag y hasta la Cabalgata, sin cansarnos y sin perdernos detalle. El Carnaval es cada vez menos de la calle y más de la tele. Todo se hace en función de la caja tonta, los concursos de murgas, las galas, todo. Echo de menos, y eso que no soy muy mayor, o al menos eso creo, aquellas fiestas de carnaval de las 5 de la tarde en la Sociedad de Recreo o Círculo Tamaraceite. También aquellos bailes en el Cine Galdós de las 10 de la noche después de haber recorrido la Cabalgata y regresar "medios fundidos" de hacer el trayecto Puerto Las Palmas al son de la música. Pero no era solo eso. Lo genuino del carnaval de mi niñez era vestirse de "mascarita" con todos los trapos viejos o no que hubiera por la casa, tapándonos lo más que pudiéramos para no ser reconocidos. La tradición consistía en los niños vestirse de niñas y las niñas de niños. De los tobillos acabábamos "esrengados" de los zapatos de tacón que cogíamos a la escondida de nuestras madres, arriesgándonos a que nos cogiera y nos diera una "nalgada". Por esa época los carnavales estaban prohibidos pero se permitían, incluso las autoridades hacían la vista gorda en muchas ocasiones. Luego íbamos de casa en casa pidiendo un "guevito" o alguna monedilla para comprarnos en la tienda de Carmita Déniz alguna chuchería. En las tiendas no habían disfraces como ahora solo se vendían las caretas, unas de tela, un antifaz con una tela del mismo color para que no se reconociese, o caretas de plástico que no podías tener puesta más de diez minutos ya que corrías el riesgo de que te diera un "soponcio". ¿Y se acuerdan de aquellas narices con gafas? Muchos son los recuerdos de aquellos años del carnaval popular, donde las mascaritas corrían el riesgo de salir paleados por la policía en las famosas y únicas fiestas de carnaval de la isla como eran las de Agüimes y las de Cardones, donde acababa toda buena mascarita que se preciase. Ahora para estar en los mejores Carnavales del mundo no hace falta moverse de casa, pero desgraciadamente lo que no puede dar aún la tele son sensaciones y sentimientos, y ¿saben lo que les digo? que para eso me quedo con mis recuerdos de la niñez y así de año en año los vuelvo a vivir y hoy los comparto con ustedes.
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