La Parroquia de San Antonio Abad de Tamaraceite tiene un pequeño pero valioso patrimonio histórico, artístico y social.
1: La ermita de la Mayordomía y dos cuartos de apero cercanos.
2. Iglesia parroquial y salón parroquial
3. Edificio junto a la iglesia donde actualmente están las dependencias de Cáritas parroquial, salas de catequesis y radio.
4.Emisora de Radio Tamaraceite Onda Parroquial. Equipamiento.
5. Centro parroquial en la zona de Hoya Ayala
6. Casa Parroquial en la calle Pedro Hernández Benítez
7. Aparcamiento parroquial
8. Mural realizado por Jesús Arencibia, hecho en técnica encáustica y pintura a la cera, que donó a la parroquia en el año 1970. Fue inaugurado el 27 de enero de 1970, a las 8 de la tarde. Con ese motivo dio un concierto la agrupación Coral Regina Coeli de la parroquia de San Agustín.
El párroco, D. Ignacio Domínguez envió una carta invitando al acto y, entre otras cosas, decía:
Gracias a Dios, las obras de la dignificación del templo están tocando a su fin. Con un pequeño esfuerzo, tendremos la gran alegría de contar con una Iglesia que hable muy alto del pueblo de Tamaraceite.
Si la capilla del santísimo no se termina para las fiestas del 31 de este mes, en honor del patrono San Antonio Abad, es por no haber llegado el mármol pedido con tiempo suficiente. Están construcción.
El salón parroquial está terminado. Sobre dicho salón se están construyendo tres escuelas para hijos de este populoso barrio. Sepan todos que el dinero que se está invirtiendo en él, es producto del capital que el venerable sacerdote Don Ceferino Hernández ha legado a la parroquia. De los intereses del capital, el Obispado me ha entregado 455.000 pesetas que ya están a punto de agotarse.
Por ahora, tendremos solamente la fiesta religiosa. D. m. las populares serán el último domingo de mayo. (...)
9. Cuadro al óleo de la Anunciación de dos metros por 1,60, anónimo del siglo XVII, de la Escuela Veneciana y autor anónimo.
10. Cuadro al óleo representando la Anunciación de la Virgen María. Siglo XVII, Escuela Veneciana.
11. Capilla del Santísimo con vidriera diseñada por Jesús Arencibia y artesonado de estilo mozárabe con más de 6000 piezas ensambladas artesanalmente.
12. Sagrario de madera sobredorada. Artesanía realizada por maestro Juan Díaz.
13. Imagen de Nuestra señora de los Dolores, copatrona de la parroquia. Talla en madera de caoba, de cuerpo entero, para vestir. Obra realizada a finales del siglo XIX
14. Imagen del Cristo de la Esperanza. Talla en madera de Valsaín, obra del escultor madrileño Faustino Sanz Herranz.
15. Cálices de plata
16. Custodia de plata bañada en oro.
17. Copón de plata donado por Doña Francisca Henríquez
18. Incensario y naveta de plata maciza
19. Pila bautismal, tallada en una sola pieza en piedra azul de Arucas. Finales del siglo XIX.
20. Imagen de San José, tallada en caoba. Taller.
21.Imagen del Inmaculado Corazón de María. Talla en caoba y donación particular.
22.Retablos de los patronos de la parroquia realizados en caoba realizados según los dibujos de D. Antonio Arencibia Villegas en 1981.
23.Existen también otras imágenes realizadas en escayola, sin valor artístico, pero que tienen gran valor religioso o sentimental y que algunos fieles han regalado a la iglesia: El Cristo de la sacristía, el Cristo yacente, el Corazón de Jesús, Santa Rita, Santa Teresa, San Martín de Porres, el vía crucis, la Virgen del Carmen , la Milagrosa, etc.
24.Cuadro del Obispo Antonio Pildain pintado por Antonio Arencibia y donado a la parroquia por su familia
25.Dibujo a plumilla de la ermita de la mayordomía realizado por Juan Alberto Díaz y donado a la parroquia en 1999
26.Confesionario realizado en caoba, en 1999 en el taller de Manuel Hernández en el barrio de La Suerte
27.Solar de 500 metros cuadrados en La Galera para la construcción de la iglesia. Cedido por la Asociación de Vecinos Los Frutos.
28.Solar en Isla Perdida para la construcción del templo.
29.Imágenes que se veneran en La Suerte: San Antonio María Claret y N. S. La Virgen del Carmen
30.Emita del Toscón dedicada al Sagrado Corazón de Jesús y todo lo que en ella hay.
jueves, 26 de marzo de 2009
jueves, 19 de marzo de 2009
Las clases de Gimnasia
Antes no se hablaba de Educación Física sino de Gimnasia. Es en 1961, cuando se estable la obligatoriedad de la enseñanza de la Educación Física. Esta ley la completan una serie de Decretos, Ordenes y Resoluciones principales, publicadas durante el período de esta ley, que influyeron en la Educación Física y el deporte en la educación. en todos los niveles educativos y se constituye la Junta Nacional de Educación Física que se encargará de coordinar y planificar la E. Física en la enseñanza. Durante estos años la Gimnástica sería la parte fundamental de los contenidos a impartir, pasando posteriormente a una gimnasia aplicada al deporte en forma de tablas y de circuitos, con la finalidad de desarrollar las aptitudes físicas o cualidades físicas, compartiendo esta gimnasia educativa con los juegos de gran intensidad, de mediana y de pequeña intensidad, juegos pedagógicos y juegos utilitarios. En la imagen podemos ver una clase de educación Física del Colegio Adán del castillo a comienzos de los 70. Maestros de gimnasia de aquellos años fueron Don Orlando, Pepe Clavijo y Don Gustavo.
jueves, 12 de marzo de 2009
Los bailes y las verbenas en Tamaraceite
Los bailes populares en Tamaraceite se realizaban en dos sitios principalmente. Uno era en la Sociedad, donde no podía entrar cualquiera porque la entrada era limitada y el otro lugar era la Plaza. La Plaza era apta para todas las edades y públicos, así que cuando llegaba la tarde y las fiestas, jóvenes y adultos no se perdían los bailes y las verbenas.
Muchas de las parejas que actualmente rondan los sesenta y tantos años se conocieron en estos inolvidables bailes, al que había que llevar siempre a la entrañable madre como carabina, que vigilaba con gran esmero todos los movimientos y actitudes de sus hijas.
La entrada no era libre sino que había que abonarla, pero eran sólo los hombres quienes debían hacerlo. Para evitar que alguno se colara, la plaza se cerraba en los accesos con maderas y bidones mientras el guardia se mantenía cerca de estas entradas para que nadie entrara sin pagar.
El escenario se montaba en el primer tramo de escalera, sin la aparatosidad de nuestros días con material técnico, luces, sonido e incomodidades. La sensación de aquella etapa era la orquesta Tropical, a la que bastaba el portabultos de un coche para transportar sus instrumentos, lo que hacía las delicias de las veladas nocturnas. Con el tiempo esta emblemática orquesta dio paso a otra que también se hizo muy popular, Los Covinas.
En una esquina se montaba la cantina, aunque cuentan algunos que más de una vez se situó en la subida del árbol, al inicio de la calle Diego Betancort. En esta cantina no faltaban el sifón, el baya-baya, el anís del mono, la tapa de calamares,...
Más de uno recuerda con una sonrisa que el lugar predilecto para bailar era el centro, donde había menos baldosas levantadas y los tropiezos, por tanto, eran más escasos.
Y así de lento y dulce transcurría el tiempo en esta plaza. Ésta, junto con el Cine Galdós y la Sociedad de Recreo conformaban los momentos de diversión de las gentes del pueblo durante muchos años.
Muchas de las parejas que actualmente rondan los sesenta y tantos años se conocieron en estos inolvidables bailes, al que había que llevar siempre a la entrañable madre como carabina, que vigilaba con gran esmero todos los movimientos y actitudes de sus hijas.
La entrada no era libre sino que había que abonarla, pero eran sólo los hombres quienes debían hacerlo. Para evitar que alguno se colara, la plaza se cerraba en los accesos con maderas y bidones mientras el guardia se mantenía cerca de estas entradas para que nadie entrara sin pagar.
El escenario se montaba en el primer tramo de escalera, sin la aparatosidad de nuestros días con material técnico, luces, sonido e incomodidades. La sensación de aquella etapa era la orquesta Tropical, a la que bastaba el portabultos de un coche para transportar sus instrumentos, lo que hacía las delicias de las veladas nocturnas. Con el tiempo esta emblemática orquesta dio paso a otra que también se hizo muy popular, Los Covinas.
En una esquina se montaba la cantina, aunque cuentan algunos que más de una vez se situó en la subida del árbol, al inicio de la calle Diego Betancort. En esta cantina no faltaban el sifón, el baya-baya, el anís del mono, la tapa de calamares,...
Más de uno recuerda con una sonrisa que el lugar predilecto para bailar era el centro, donde había menos baldosas levantadas y los tropiezos, por tanto, eran más escasos.
Y así de lento y dulce transcurría el tiempo en esta plaza. Ésta, junto con el Cine Galdós y la Sociedad de Recreo conformaban los momentos de diversión de las gentes del pueblo durante muchos años.
jueves, 5 de marzo de 2009
CN Adán del Castillo 1972
En 1972, poco antes de que se construyese el colegio Valencia, el Colegio Adán del Castillo estaba dividido en tres partes. La derecha ocupada por las niñas, la izquierda por los niños y la central que correspondía al comedor, auditorio y cocina. En el curso 72-73 tenía en funcionamiento 22 aulas y una matrícula de 1300 alumnos. Después de la apertura del nuevo centro la matrícula quedó reducida a 741 niños. En esta época el director fue Don Juan Roque, y fue una etapa de mucha actividad cultural y artística. Los maestros de estos años fueron las hermanas Hernández (Doña María y Doña Paca), Don Carmelo, Don Oscar, Don Julio, Sta Mari Carmen, Don Juan Clemente, Doña Angelina, Don Calixto, Don José Luis, Juan Alberto Roque, Don Pedro y tantos otros que ahora se me quedan en el olvido.
domingo, 1 de marzo de 2009
Los Juegos populares en Tamaraceite
En esta ocasión les voy a hablar de los juegos de antes. Cada lugar tenía su variedad, por ello les cuento como jugaban en Tamaraceite los niños y niñas de hace setenta años. El lugar de recreo favorito de los niños era sin lugar a dudas la plaza, que yacía junto a la Iglesia, pero había otros como la carretera, el pilar, los charcos, etc. Muchos de los juegos tradicionales que aquí se realizaban son un verdadero documento etnográfico de nuestra cultura.
Las diferencias entre los juegos femeninos y masculinos eran notables, chiquillos y chiquillas no se revolvían salvo escasas excepciones. Cuentan que uno de estos juegos consistían en subir los peldaños de la escalera de la plaza con las manos, haciendo el pino. Santiago Guerra y José “el Negro” eran los expertos en esta materia, demostrando su gran fuerza, aunque Fefina Villegas, adelantada para su tiempo en esto de la igualdad de sexos, no tenía nada que envidiarles, así que se recogía la falda entre las piernas y allí iba ella a subir las escaleras con las manos como Dios manda.
El Palito Salvo era de los preferidos. Se formaban dos equipos y se colocaban en el rincón de la casa de Mariquita González. Un jugador llevaba un palo en la mano y debía tocar la pared sorteando a los del bando contrario, su bando entretenía a los contrincantes, una vez que conseguía burlarlos tocaba la pared al grito de “¡palito salvo!”.
Planto era un juego en que la rapidez y la audacia era imprescindible. Se jugaba con ocho niños, seis de ellos se colocaban en diferentes puntos mientras otros dos corrían. Uno de ellos, el perseguidor, tenía un cinto en la mano; el perseguido corría cuanto podía evitando ser golpeado por los cintazos que le propinaba el otro. Cuando el perseguidor se cansaba, a modo de relevo entregaba el cinto a otro jugador sin que el que huía se enterase, de manera que el desesperado corredor no sabía a ciencia cierta de quien debía huir, alguno se llevó buenos cintazos. El nombre del juego viene del grito que lanzaba el perseguido para pararse y que otro siguiera corriendo y éste era planto.
En Calimbre también se formaban dos equipos con un corredor cada uno. El gran grupo corría, cuando era capturado al aviso de “calimbre” era colocado en una especie de cárcel. Ganaba aquél que tuviese más cautivos, una variante de este juego era Pincho la Uva, se desarrollaba igualmente pero en lugar de “calimbre” se decía “pincho la uva”.
Otros juegos que aún hoy recordamos los más jóvenes es La Piola, en el que un saltador iba sorteando obstáculos que no eran otros que niños agachados, huevo, araña, puño, caña, en la que se hacían filas larguísimas de niños agachados unidos unos a otros. Se trataba de saltar cuanto más al inicio de la fila se pudiese.
Merecen mención aquellos otros juegos que parecían ser exclusivos de las chicas y que, en general, contenían cancioncillas o romances. La Gallinita ciega, los corros, la soga, etc.
Es el caso de ¡Oh Juanillo! Se trataba de ir encadenándose una chica a otra hasta que todas estuviesen dentro de la cadena. Esta es la letra de la canción que se hacía en forma de diálogo pregunta - respuesta (aunque como siempre hay diferentes variantes):
- Oh Juanillo.
- Señor Padre.
-¿Y la yegua?
- En el valle
-¿Y el cacho pan que te dí?
- A mi novio se lo di.
- Pues, cátele, cátele por aquí.
Una variante de estos juegos en los que se iban encadenando las participantes hasta que lograra el mayor número de niñas en el grupo, incluía esta canción, que al igual que el ¡Oh Juanillo! se cantaba a dos voces:
- Uvas traigo que vender de Cubaratero, (bis)
uvas traigo que vender de Cuba Real (bis).
- ¿A cómo las trae usted de Cabaratero, (bis)
a cómo las trae usted de Cuba Real? (bis).
- Pues que pase la cadena de ...
Otro juego femenino era el Anillito o las Prenditas. Se colocaban en coro un grupo de jugadoras, una de las participantes iba pasando alrededor haciendo que ponía un objeto en las manos de las compañeras, pero sólo una de ellas era la verdadera portadora. A quien le tocase por su turno, se le preguntaba quién era la que tenía en su mano el objeto - que podía ser un anillo, una piedra, un papelito, ... .- si no lo adivinaba, se le imponía una pena.
Por supuesto el fútbol, rey de los deportes, no faltaba. Las pelotas, siempre con mucha imaginación, se fabricaban con calcetines viejos.
Y es aquí donde aparece la tan temida y más que respetada figura del guardia al que los niños profesaban un tremendo pánico, porque estaba prohibido jugar en los estanques y la plaza con la pelota.
Evidentemente el respeto a la autoridad tiene un calibre diferente en nuestros días. Suenan en la mente de aquellos que fueron chiquillos en estos tiempos nombres como Juanito Vargas –el más respetado según muchos-, Juanito Pérez y un guardia de Tenoya conocido como Jesús Nazareno.
Las diferencias entre los juegos femeninos y masculinos eran notables, chiquillos y chiquillas no se revolvían salvo escasas excepciones. Cuentan que uno de estos juegos consistían en subir los peldaños de la escalera de la plaza con las manos, haciendo el pino. Santiago Guerra y José “el Negro” eran los expertos en esta materia, demostrando su gran fuerza, aunque Fefina Villegas, adelantada para su tiempo en esto de la igualdad de sexos, no tenía nada que envidiarles, así que se recogía la falda entre las piernas y allí iba ella a subir las escaleras con las manos como Dios manda.
El Palito Salvo era de los preferidos. Se formaban dos equipos y se colocaban en el rincón de la casa de Mariquita González. Un jugador llevaba un palo en la mano y debía tocar la pared sorteando a los del bando contrario, su bando entretenía a los contrincantes, una vez que conseguía burlarlos tocaba la pared al grito de “¡palito salvo!”.
Planto era un juego en que la rapidez y la audacia era imprescindible. Se jugaba con ocho niños, seis de ellos se colocaban en diferentes puntos mientras otros dos corrían. Uno de ellos, el perseguidor, tenía un cinto en la mano; el perseguido corría cuanto podía evitando ser golpeado por los cintazos que le propinaba el otro. Cuando el perseguidor se cansaba, a modo de relevo entregaba el cinto a otro jugador sin que el que huía se enterase, de manera que el desesperado corredor no sabía a ciencia cierta de quien debía huir, alguno se llevó buenos cintazos. El nombre del juego viene del grito que lanzaba el perseguido para pararse y que otro siguiera corriendo y éste era planto.
En Calimbre también se formaban dos equipos con un corredor cada uno. El gran grupo corría, cuando era capturado al aviso de “calimbre” era colocado en una especie de cárcel. Ganaba aquél que tuviese más cautivos, una variante de este juego era Pincho la Uva, se desarrollaba igualmente pero en lugar de “calimbre” se decía “pincho la uva”.
Otros juegos que aún hoy recordamos los más jóvenes es La Piola, en el que un saltador iba sorteando obstáculos que no eran otros que niños agachados, huevo, araña, puño, caña, en la que se hacían filas larguísimas de niños agachados unidos unos a otros. Se trataba de saltar cuanto más al inicio de la fila se pudiese.
Merecen mención aquellos otros juegos que parecían ser exclusivos de las chicas y que, en general, contenían cancioncillas o romances. La Gallinita ciega, los corros, la soga, etc.
Es el caso de ¡Oh Juanillo! Se trataba de ir encadenándose una chica a otra hasta que todas estuviesen dentro de la cadena. Esta es la letra de la canción que se hacía en forma de diálogo pregunta - respuesta (aunque como siempre hay diferentes variantes):
- Oh Juanillo.
- Señor Padre.
-¿Y la yegua?
- En el valle
-¿Y el cacho pan que te dí?
- A mi novio se lo di.
- Pues, cátele, cátele por aquí.
Una variante de estos juegos en los que se iban encadenando las participantes hasta que lograra el mayor número de niñas en el grupo, incluía esta canción, que al igual que el ¡Oh Juanillo! se cantaba a dos voces:
- Uvas traigo que vender de Cubaratero, (bis)
uvas traigo que vender de Cuba Real (bis).
- ¿A cómo las trae usted de Cabaratero, (bis)
a cómo las trae usted de Cuba Real? (bis).
- Pues que pase la cadena de ...
Otro juego femenino era el Anillito o las Prenditas. Se colocaban en coro un grupo de jugadoras, una de las participantes iba pasando alrededor haciendo que ponía un objeto en las manos de las compañeras, pero sólo una de ellas era la verdadera portadora. A quien le tocase por su turno, se le preguntaba quién era la que tenía en su mano el objeto - que podía ser un anillo, una piedra, un papelito, ... .- si no lo adivinaba, se le imponía una pena.
Por supuesto el fútbol, rey de los deportes, no faltaba. Las pelotas, siempre con mucha imaginación, se fabricaban con calcetines viejos.
Y es aquí donde aparece la tan temida y más que respetada figura del guardia al que los niños profesaban un tremendo pánico, porque estaba prohibido jugar en los estanques y la plaza con la pelota.
Evidentemente el respeto a la autoridad tiene un calibre diferente en nuestros días. Suenan en la mente de aquellos que fueron chiquillos en estos tiempos nombres como Juanito Vargas –el más respetado según muchos-, Juanito Pérez y un guardia de Tenoya conocido como Jesús Nazareno.
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