Emblemático y querido doctor de Tamaraceite
Por Esteban Santana
LPDLP. La historia de un pueblo la construyen sus personajes, bien sea por su profesión, por su condición social, por su apodo, por su carácter o por sus vivencias. Hoy quiero recordar a uno de esos personajes que ha dejado mucha huella entre los habitantes de Tamaraceite y sus pagos, Don Aurelio Gutiérrez Brito, médico del pueblo y para el pueblo. Todo un personaje que desgraciadamente nos ha dejado, tras una corta enfermedad, y por cuyas manos pasamos, en sentido literal, muchos de los habitantes de Tamaraceite y sus barrios colindantes.
Escribir sobre Don Aurelio Gutiérrez es hablar de toda una institución a nivel social, en un pueblo, que por mis años de niño era un nucleo alejado de la ciudad de Las Palmas de GC, pero principal población del extinto Ayuntamiento de San Lorenzo.
Llegó a Tamaraceite a finales de los años 50 y aquí se quedó para siempre, ejemplo del cariño que nuestra gente le daba y la devoción que muchos le teníamos por su saber y trato en la consulta y en la calle. Don Aurelio era un médico del pueblo en estado puro. En una época en la que junto al cura y al maestro, jugaban un papel determinante en la vida social.
Pero Don Aurelio era un médico "diferente" para su época, cercano a su gente, sencillo, emprendedor y gran defensor de su familia. Su esposa Carmencita fue su compañera y confidente, mujer también luchadora que supo sacar a sus hijos adelante. Se supieron sobreponer a la tragedia de perder un hijo, en este caso a su hija Inma, una linda chica de larga melena negra que falleció con apenas 18 años cumplidos en un accidente de tráfico.
Ninguno de sus otros hijos siguieron su estela, salvo Mamen, la otra niña de la familia que ejerce enfermería en tierras andaluzas. Aurelio, Joaquín, José Carlos y Nacho eran más de letras.
Sus comienzos no fueron fáciles pero supo hacerse con la simpatía y el respeto de la gente de Tamaraceite, Tenoya, San Lorenzo y todos los pagos que le rodean. Fue médico de empresa de los Betancores y tuvo su primera consulta en el edificio donde vivió Don Raimundo, al lado del bar de Cristóbal, muy cerca de la Plaza Don Ceferino Hernández. Compartió consulta posteriormente con otro gran médico de aquellos años como fue Don José Hernández. Su enfermera de siempre fue Rosita, una persona encantadora que recogía los carnés con las medicinas "para repetir" y que lo acompañó durante años y a la que le cogió el relevo Mercy Soto, la mujer de otro de los sanitarios de Tamaraceite, el practicante José Ramón, el hijo de Ramoncito "el de los ciegos". Pero su primer enfermero fue Antonio Domínguez, el hijo del barbero y que lo acompañó en muchos de sus desplazamientos a los domicilios por aquellos años en que comenzó su andadura profesional.
A Don Aurelio le tocó compartir vida en el pueblo con las parteras, como Mariquita García, Encarnacionita, Mariquita Rodríguez y Cesarita Alonso, ya que hasta los años 70 las mujeres no iban a la clínica a dar a luz. Si la criatura venía bien las mujeres esperaban en casa hasta la llegada de la partera, pero, si por el contrario, venía de nalgas se avisaba al médico y se buscaba corriendo un coche para ir a la clínica.
Algunos de los mayores de Tamaraceite todavía recuerdan cómo llegó Don Aurelio a Tamaraceite, "flaco como un guirre" y donde enseguida se integró haciendo grandes amigos como Antonio Juan Suárez el del molino o Don Vicente Artiles el farmaceutico y con los que emprendió algunos proyectos conjuntamente.
Fue el médico de muchos niños y niñas del distrito, y hasta hace poco estaba recetando. Su gran sueño era escribir un libro sobre sus memorias y soy fiel testigo de que mucho recogió por escrito de sus vivencias. Ojalá las veamos publicadas algún día.
Tamaraceite le debe mucho a Don Aurelio porque fue fiel a ella hasta el final. Siempre le tendremos en nuestro recuerdo Don Aurelio. Vaya desde aquí nuestro agradecimiento a un gran profesional pero sobre todo a un gran vecino.