lunes, 7 de enero de 2013

La barbería de los hermanos Domínguez en Tamaraceite

Por: Tino Torón

Cuando me adentro al Pueblo de Tamaraceite  por la carretera que viene de Guanarteme y asomo en la vuelta de Las Perreras o la bajada de la Cuesta Blanca, mi mirada se expande como un ave que quiere volarla, contemplando la actual imagen, viniéndome los recuerdos de los pasos de mi vida, de un tiempo que considero no muy lejano,  que ha quedado dibujado en mi mente y creerme que cada vez que paso se me unen las diferentes imágenes como si tuviera un libro en mis manos.
        Hoy me quiero parar cerca del antiguo y hoy histórico kilómetro 813-7, ese que parece que forma y sostiene parte del frontis de la casa, esquina a la calle Magdalena, dando la impresión y preguntándonos si estaba antes o fue la mitad empotrado por obstaculizar la acera, allí llegué a ver a gente apoyada y descansando a medio lado  como si fuera la albarda de un burro.
Kilómetro 7
(desde Las Palmas a Tamaraceite)
    Nada mas pasarla y formando frontis de la misma casa antigua y terrera, hoy  nº 72 se encuentra el bar conocido por el de Vicente y junto la barbería de los Hermanos Domínguez Herrera, Antonio, el mayor al que llamo el patriarca de la familia, escritor, artista plástico, logrando unos cuadros de pinturas clásicas, lo poco que tiene de gran valor y también con esa imagen intelectual de donde manan de su mente la compleja filosofía, de frente despejada, pelo semi-largo y gafas transparentes.
     Sindo, el menos orador, pensativo y minucioso en el arte de la pintura, pero también de gran talento, es como si estos barberos también le sacaran las ideas a sus clientes, cuando deja las tijeras pasan a sus manos la paleta y los pinceles, como si sacara el plato y la cuchara (deseos y hambre de pintar) en la actualidad ha pintado mas de un centenar de cuadros, participando en exposiciones.
     Pedro es el mas joven y el mas pequeño de estatura, también calvo (y dicen que a los barberos se les pegan los pelos, ¡sí! ¡será por los pies!) en su mente al igual que sus hermanos, lleva toda la historia del Pueblo de Tamaraceite, sintiéndome que vamos por el mismo camino literario como una yunta de bueyes arando y escribiendo en el mismo surco, tanto relatos como poesías y consejero en diferentes facetas, a pesar de ser el mas joven, desde temprana edad de unos 12 ó 13 años, mientras el padre estaba trabajando, él estaba a sus pies, me supongo que era el de los mandados al mismo tiempo que aprendía, el tal vez con pantalones cortos escuchaba las noticias y chismorreos de los mayores, por lo que a temprana edad se convirtió en un joven hombre. Pedro cuando el sillón se queda vacío el ocupa su lugar como para no dejarlo enfriar, leyendo, escribiendo, hablando etc. sin describir sus poses.
La antigua barbería 
       Antes de entrar en la barbería a la que yo visitaba, me traslado a los recuerdos de pasar por la barbería de su padre, un barbero venido de San Isidro de Teror, instándose casi frente a la que fue Sociedad hoy una casa en ruinas convertido en solar, y recuerdo de ver en aquel tramo el garaje de Don José el Medico y también usado por Don José Aguilar, un pequeño solar con unos bancos en espera de la guagua,( allí se protegían del sol, de la lluvia) un taller de motos, el salón de los futbolines, las oficinas de las guaguas verdes de Guanarteme, la barbería…
       En ese tramo entre la tienda y bar de Juan Pérez, que mas tarde se convirtió en ferretería estaban las paradas en dirección a Las Palmas de los piratas, coches de hora,  (dirección única por donde pasaban toda la circulación del norte y parte del centro de la isla) allí se veían los trajines de lecheras, fardos y paquetes y como no el pizco y dulces nada mas cruzar, te encontrabas la Sociedad, el bar de Rafael, el de Cristóbal, el de la famosa Mariquita Villegas con la panadería, ese callejón por donde entraba la levadura,  la harina y condimentos, salían los dulces y el pan, (obras artesanales) al pasar se mezclaban toda clase de olores.
Una tertulia en la barbería
        Ahora quiero entrar en la barbería que frecuentaba atraído por la cultura, allí nos dábamos cita, los hermanos Domínguez Herrera, Pepe Ojeda diseñador-publicista de grandes conocimientos artísticos, al cual le pido también consejo, aunque echaba de menos a su hermano Antonio Ojeda (Ñito) de gran trayectoria social, cultural asociativa, etc. ( del que me gustaría rebuscar todo lo que tiene-sabe en el baúl de su mente y archivos ) Ñito es un orgullo entre otros para Tamaraceite de un pasado, presente y  futuro a no olvidar, el  escritor y poeta  Pepe Juan Mujica Villegas, del que ya sus libros ocupan un espacio  de prestigio y orgullo, dentro y fuera del Distrito,  Maximino en sus visitas a su Pueblo, un personaje polifacético de gran valor y trayectoria cultural-social, viajero-explorador de la vida ….,  Calderín Liria, persona del mundo del asociativo y defensor desde su puesto, hasta donde puede de lo nuestro, coincidiendo la entrada de clientes conocidos como Elías el Taxista, Murillo,.. un personaje popular del que lo poco que hable con él y me dijo mucho, el paso callejero y vistoso de Ramón con sus bellos y llamativos ramos de flores, entre otras personas desconocidas para mí, que entraban en conversaciones diversas o pedir información, era mi casa de tertulias de la Cultura, ahora a partir de su inesperado cierre al caer enfermo Pedro, el cual se encuentra bien afortunadamente, solo me queda el recuerdo.
Ramón "el de las flores"
       Cuando entraba pasando una puerta de cristal, que evitaba los ruidos de hoy y encerrando los olores no solo del floid, jabones, colonias, polvos talcos… si no también de aceite de trementina, oleos que Sindo utilizaba para sus retoques y cuadros aun húmedos colgados unos, apoyados otros en las paredes, admirando los murales que rodeaban las paredes llenándose de luces y colores, mientras quedaba el frontal de los espejos, dividido por el lavamanos y las repisas de cristal con brochas unas en remojo en sus cuencos, tijeras, cepillos, colonias, máquinas hoy eléctricas, peines de hueso todas desgastadas y amansadas, hechas a la mano como decían los profesionales de antes por sus cotidianos usos.
         Dos sillones repintados, retapizados y giratorios considerados antiguos en esta época y que fueron renovados por los de madera y fijos de su padre, (antiguamente los barberos giraban alrededor del cliente como si fuera una trilla) sillones por donde habían pasado miles de clientes le han dejado el sabor a la ultima barbería de Tamaraceite, antes había cerrado la de Manuel Afonso que procedía de Tenoya hermanos y sobrinos de una zaga de barberos a los que he recopilado artículos por ser Tenoya un Pueblo vivero de barberos.
       Sentarme en la barbería era impregnarme en arte viendo todo lo que me rodeaba a donde quiera que mirara, aquella habitación pequeña se me hacia grande, de ella de los poros de sus paredes quería sacar e imaginar los ecos de historias, discusiones, disputas, chismorreos, alegrías, penas…habitación dividida por un cuarto a media altura, preguntándome qué se guardaba y servía ese rincón, una puerta separaba la barbería del bar, tanto es así que las conversaciones se entrecruzaban y los olores a copillas y tapas, mientras me sentaba en uno de los cuatro asientos y sobre una mesilla rectangular reposaban revistas y periódicos y en la esquina un televisor. (todo el mobiliario a juego con el ambiente)

Sindo "echando una pelada"
        Los clientes cuando entraban, (recordando lo tiempos de antes de colgar en la percha la chaqueta, el sombrero o la  boina, dejando relucir su casco ensombrecido y “reblanquido”) esperaban si o no su turno, notándose que se encontraban cómodos, ya  a media  mañana se veía en el suelo la colcha de pelos de tonos matizados blancos y negros batiéndose por los giros del barbero, era una señal de su trabajo, cuando lo consideraban sacaban el cepillo arrinconándolos como cosecha del día, al sentarse sacudían y le ponían el babi hasta media cintura escuchando el musiquear artístico del zigzag de las tijeras, cada vez hoy mas silencioso y apagado, pues los barberos de antes hacían malabares con ellas relajándolos dejándolos medios dormidos, la maquina eléctrica, antes manual, aquella que de vez en cuando daba un tirón de pelos, encogiéndonos mientras los barberos apaciguaban, el cliente se hacía el fuerte, maquinilla accionada como unos alicates con peinillos del cero, el uno, dos, del tres) recordando los pelados del cero, amadeo (deu), corte de león…, habían barberos que cuando terminaban daban un ligero pescozón a los más allegados como señal, y para los niños tenían una tabla que la ponían sobre los apoyabrazos del sillón, parecían que estaban en un trono el niño santo y si no se estaban quietos le daba un golpito con la madera de los cepillos …(vi a padres y madres llevar a niños sosteniéndolos y haciéndoles gracias para entretenerlos y que no lloraran)
Pedro Domínguez en la barbería
     En los pelados se conversaban, con la cabeza baja o media girada levantando la mirada, consiguiendo su ángulo de visión, a veces dejando los ojos en blanco, en el momento de afeitarse se suprimían las conversaciones a medias, mientras lo enjabonaban dejándolo lustrado del blanco esponjoso, (recordando el asentador de cuero, amolando con arte y destreza la peligrosa navaja) tirando a veces del pellejo arrugado, cuando pasaban la navaja iban dejando surcos descubriendo su piel, que poco a poco se empajeraban, dejándolo como decíamos, como el culo de un niño chico. (recuerdo de ver el jabón ensangrentado como si fuera un dulce merengue, una guinda en las mejillas, curada con la sabia barra pastosa)
Barbería
      También me llamaba la atención en el momento de terminar, de sacudirse a su aire dejando los últimos pelos, mientras se metían las manos en el bolsillo, mis amigos de los que les hablo tenían una caja de puros donde depositaban el cambio, el resto al bolsillo.   
       Los clientes unas veces se quedaban y otros seguían a sus ocupaciones dejando en la calle a su paso el olor, si se encontraban amigos por el camino o paseantes se daban cuenta que venia de la barbería, hasta que el rastreo se iba evaporando.                                                   
         Tamaraceite como Pueblo cada vez va perdiendo su identidad, la carretera General en tramos ha dejado su viveza, hoy la vida comercial la tiene a partir de la entrada a la Montañeta, al revés del tiempo de antes, (tiempos de hace unos 50 años) recuerdo en mi juventud que ni las parejas pasaban por lo solitario y obscuridad que llegaba hasta el Cruce “El Ovejero”
       Cuando he ido escribiendo me ha dado la sensación que he entrado peludo y barbudo y he salido pelado y afeitado, sensación que quiero transmitir a aquellos que la conocieron.   
       Quiero seguir…, teniendo que dejar tantas cosas atrás, pero tengo que aparcar para no cansarles y hacerles mas ameno, mi hoy recorrido, pero en la despedida queda con un “clamor”….
            
            LA BARBERIA DE LOS HERMANOS DOMINGUEZ HERRERA,
          DEBEMOS DE RESCATARLA, POR LO MENOS SU MOBILIARIO
                         PARA CONVERTIRLO EN UN FUTURO MUSEO.   
                         (La barbería y casa de tertulias y cultura ha cerrado) 
                                    

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenas noches, todo un baño de nostalgia leer sus palabras pero le faltó nombrar a mi padre, el yerno de Manuel Afonso, Agustín Méndez otro gran profesional, barbero,como se decía antes. ¡Cuántas veces me llevó al bazar de su madre Sarito!, Sa ri tooooo , y llegaba por la reja con sus donuts ¡Cuántas veces Estebita me llamó pirata porque a mi padre se le ocurrió disfrazarme de Algarrobo 😂😂. Muchas gracias por el recorrido y por mantener la memoria de Tamaraceite. Saludos