Tal día como hoy hace muchos años ya, en tiempos de mi niñez, había una buena costumbre entre los vecinos de nuestro pueblo de Tamaraceite, poner una cruz en la fachada de la casa.
La historia viene de muy atrás, con mucho de leyenda, narra como en el emperador Constantino I el  Grande, en el sexto año de su reinado, se enfrenta contra los bárbaros a orillas  del Danubio, en una batalla cuya victoria se cree imposible a causa de la  magnitud del ejército enemigo. Una noche Constantino tiene una visión en el  cielo en la que se le apareció brillante la Cruz de Cristo y encima de ella unas  palabras, “In hoc signo vincis” (Con esta señal vencerás). 
El emperador hizo construir una Cruz y la puso al frente de su ejército, que  entonces venció sin dificultad a la multitud enemiga. De vuelta a la ciudad,  averiguado el significado de la Cruz, Constantino se hizo bautizar en la  religión cristiana y mandó edificar iglesias. Enseguida envió a su madre, Santa  Elena, a Jerusalén en busca de la verdadera Cruz de Cristo. Una vez en la ciudad  sagrada, Elena mandó llamar a los más sabios sacerdotes y logró hallar el lugar  donde se encontraba la Cruz, pero no estaba sola. En el monte Calvario, donde la  tradición situaba la muerte de Cristo, encontró tres maderos ensangrentados  ocultos y para descubrir cuál era la verdadera cruz donde falleció Cristo,  colocó una a una las cruces sobre personas enfermas, e incluso muertos, que se  curaban o resucitaban al tocar la cruz que había sido la de Cristo. A partir de  ahí nace la veneración a la Santa Cruz, ya que Santa Elena murió rogando a todos  los que creen en Cristo que celebraran la conmemoración del día en que fue  encontrada la Cruz.En Tamaraceite las cruces eran todas diferentes, grandes, pequeñas, más vistosas, más sencillas, pero todas adornadas con lo que había. El que tenía geranios, con ellos y si no con hojas verdes. 
Mi madre siempre solía ponerla en la terraza, se la hacía su prima Fermina, y la colocaba la noche anterior, dejando debajo de ella un vaso con agua, que pasaba a ser "agua bendita" porque muy temprano pasaba el cura, me acuerdo de Don Ignacio, y las rociaba con agua bendita.
 

 
