jueves, 7 de abril de 2011

El matador de Tamaraceite

Las Palmas de Gran Canaria era, en 1985, una ciudad entregada a la Unión Deportiva que, a través de Willie Jones, se enganchó al baloncesto
MARTÍN ALONSO Willie D. Jones aterrizó en Las Palmas de Gran Canaria en el verano de 1985 para enrolarse en las filas del Claret, un equipo que en ese momento asomaba por primera ocasión en su historia en la Liga ACB y que en su propia ciudad debía convivir con la relevancia total de la Unión Deportiva Las Palmas.
Reclutado bajo un contrato temporal, Willie D. Jones no tardó en fascinar a directivos, técnicos, compañeros y, en especial, a aficionados.
Acudir en peregrinación a Tamaraceite, donde se ubicaba el feudo del actual Granca antes de la construcción del Centro Insular de Deportes, se convirtió en un acto continuo de veneración para todos los apasionados del baloncesto, que en el jugador de Buffalo encontraron la primera leyenda de un club que empezaba a emerger.
Aupado sobre 204 centímetros, sustentados sobre dos finas piernas que ejercían como auténticos muelles, Willie D. Jones convirtió la suerte del mate en un arte de una belleza plástica superior.
Semifinalista en el concurso de mates del All-Star celebrado en San Benito en 1986 (injustamente eliminado en la ronda de semifinales), cada vuelo de Willie D. Jones se celebraba en Tamaraceite con la vehemencia de una parroquia de fieles totalmente entregada.
Pero no sólo del mate vivía el ala-pívot estadounidense, un anotador compulsivo, productivo cerca y lejos del aro, rentable tanto de cara como de espalda a la canasta, capaz de promediar 26,4 puntos por partido (disputó 27 encuentros) en su debut en la ACB.
Formado en la Universidad de Vanderbilt, antes de dar el salto a Europa tuvo una oportunidad en la NBA con los Clippers de San Diego, donde disputó 13 partidos en dos temporadas. De allí dio el salto a Italia, donde jugó en el Master Valentino Roma. En España también militó en el Gin MG Espanyol y Valvi Girona, aunque siempre será recordado como el matador de Tamaraceite.
Fuente: La Provincia




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