Yo, aún recuerdo a la policía local de Tamaraceite, cuando pertenecía al cuartelillo de Tamaraceite, y eran conocidos por todos los que por aquí habitaban. ¿Usted conoce el nombre de su policía de barrio? Seguro que no, y si lo conoce es un afortunado. Echo de menos cuando antiguamente uno llamaba a la policía local y enseguida estaban en el lugar de los hechos, y eso que no tenían grandes coches como ahora, y muchas veces venían caminando o corriendo. No había ni un borracho en la calle, ni pedigueños, ni sinvergüenzas que estuvieran tirados en la calle esperando hacer la suya. Cuando la gente salía en carnaval, siempre se iba con el miedo en el cuerpo por si aparecían los guardias. Apenas se oía un coche todo el mundo desaparecía hasta que pasara. Los guardias, Juan Vargas y Juanito el de San Lorenzo, se paseaban ropa en mano por el callejón y si veían a alguna mascarita las podían llevar al cuartelillo. Había otros guardias como Antonio el de El Zardo que hacían la vista gorda. Lo que sí que no permitía ninguno era ver mascaritas por la carretera. No pretendo que el tiempo vuelva atrás, pero sí aprender de aquellos agentes de antes para que podamos vivir un poquito mejor.
viernes, 9 de octubre de 2009
Policía local de ayer y de hoy
Yo, aún recuerdo a la policía local de Tamaraceite, cuando pertenecía al cuartelillo de Tamaraceite, y eran conocidos por todos los que por aquí habitaban. ¿Usted conoce el nombre de su policía de barrio? Seguro que no, y si lo conoce es un afortunado. Echo de menos cuando antiguamente uno llamaba a la policía local y enseguida estaban en el lugar de los hechos, y eso que no tenían grandes coches como ahora, y muchas veces venían caminando o corriendo. No había ni un borracho en la calle, ni pedigueños, ni sinvergüenzas que estuvieran tirados en la calle esperando hacer la suya. Cuando la gente salía en carnaval, siempre se iba con el miedo en el cuerpo por si aparecían los guardias. Apenas se oía un coche todo el mundo desaparecía hasta que pasara. Los guardias, Juan Vargas y Juanito el de San Lorenzo, se paseaban ropa en mano por el callejón y si veían a alguna mascarita las podían llevar al cuartelillo. Había otros guardias como Antonio el de El Zardo que hacían la vista gorda. Lo que sí que no permitía ninguno era ver mascaritas por la carretera. No pretendo que el tiempo vuelva atrás, pero sí aprender de aquellos agentes de antes para que podamos vivir un poquito mejor.
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