Por Tino Torón |
Al paso de mi vida he visto desaparecer y aparecer
diferentes usos que por curiosidad quiero relatarlos como los recuerde y a mi
manera, eso sí reflejando lo mas posible
a la realidad.
Desde que tuve
razón, fui descubriendo poco a poco todo lo que me rodeaba, que antes parecía
ser poco y ahora recordándolo es mucho, iniciando el tema desde el momento que
han nacido los de mi época.
Recuerdo cuando
una mujer se quedaba embarazada, nuestras madres ya nos preparaban diciéndonos
que la cigüeña nos iba a traer un hermano-a y cuando pasaba un avión:
gritábamos “Tráenos un niño” y les
preguntábamos de dónde vienen, nos contestaban “Vienen de París”.
Cuando llegaba el
momento de dar a luz a los niños nos recogían familiares y vecinos que acudían
en la ayuda de la partera, en Tenoya conocí a varias, la más famosa
Teresita y otras amañadas, pero ya en mi
época había una Comadrona titulada Doña Ángela Henríquez, quién en una época y
por muchos años fue la Comadrona Oficial
del hoy Distrito, ella me llegó a contar muchas anécdotas y curiosidades al
paso de su vida profesional e incluso le hice una entrevista.
Entre tantas curiosidades y anécdotas me contó que cuando
vino de Cádiz, cuando terminó la carrera, los vecinos no le tenían fe, pero al
acudir a su primer parto, le dijo a María la de Rosalino ¡Vas a tener un niño,
sobre las dos de la mañana! Opinión que dijo al azar y que coincidió,
acertando, por lo cual al ser un pueblo la voz caminó y los vecinos tomaron su
confianza.
También me contaba que una vez fue en una camioneta a los
Giles, a una chabola donde no tenían ni agua, otras veces salir caminando
lloviendo a cualquier hora y encontrarse con complicaciones de parto donde las
madres se jugaban la vida.
Las nuevas
Comadronas al principio no tenían esa aceptación, se seguía llamando a las
parteras a la que le tenían toda su confianza, pero éstas se iban muriendo y
las comadronas al tener titulación, imponiéndose e incluso trataban de
denunciar verbalmente a las parteras o desprestigiarlas, esperando que le
pasaran algún mal parto para ir contra de ellas, como sabemos antes todas las
madres daban luz en las casas.
Ya más grandito
ví cerca de mi casa el trajín, llevando agua en una palangana, unas toallas y
trapos escuchando el primer llanto. Cuando llegaba este momento afortunado
gritaban de alegría Francisca tuvo un niño macho, (la palabra varón se oía
poco) llegando la noticia a todo el Pueblo y por la misma calle se alzaba con
alegría las voces.
Los familiares y
vecinos en cantidad acudían a ver al niño-a en aquella cunita tal vez prestada,
donde habían criado a tantos, en la que me criaron, pudo pertenecer a la
tatarabuela por el modelo y forma, no tenía patas teniendo unas medias lunas
que servían para remar, recordado a las madres arrullarlos cantándole una nana,
el arrorró mi niño chico…… para que se
quedara dormidito, mas granditos cuando nos íbamos a acostar teníamos que rezar
recordando “Cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angelitos que me acompañan
, amén” cada cuna arrastraba una gran
historia y a su vez sentimientos y cariño diciendo: en esta cuna se
criaron……….al final se desarmaba y se guardaba, llegando a ver en aquellos
tiempos a niños en un cajón de coñac.
Las primeras
impresiones de los visitantes al mirarlos y hacerle con ternura gracias,
descubrían entre unos y otros, se parece al padre, no, no al abuelo, a la madre
no lo ves.
Los niños-as no
se podían mirar mucho, porque decían que le hacían mal de ojos
achacándole y sospechando de las vecinas llamando a la
santera para que le hiciera los ritos, rezos y bostezos, quintándole la
camisita poniéndole de hilo ovillado haciendo una bolita mojado en la boca de
la santera o amañada, que se lo ponía en la frente, desapareciendo el mal.
(Tamaraceite fue un lugar de muchas santeras, curanderos …)
En aquellos
tiempos nacían muchos niños, los matrimonios lo mínimo que tenían eran dos o
tres, los demás desde 5, 10 hasta 18 y más, incluso querían como se decía antes niños machos para que le trabajaran y
ayudaran para criar a los demás, se vieron familias que el hermano mayor hacía
las veces de padre, encaminando a sus hermanos si enviudaban o autorizados por
los padres. Cuando una madre no tenía leche buscaban a otra a las cuales se les
llamaba madre de leche, Vds. no han oído hablar “mi madre de leche fue …..
teniéndoles cariño ” (hoy ya no existen) y por necesidad habían discusiones con
los lecheros al advertirle que era para el niño y que no le eche agua, oyéndose
a muchas madres “Pues mi hijo se crió con la leche de la cabra rucia que tenía
mi suegra” y míralo lo fuerte que está. El biberón se lo daban con una botella
cualquiera de ron, coñac, anís…y las madres cuando le daban la teta teníamos
todos que salir de la habitación quedándose solo las mujeres.
Al ser Tenoya un
Pueblo, los vecinos hacían y tenían un historial de los niños, pues contaban
los embarazos, los kilos que pesó y
relacionaban las edades teniendo como referencia a un hijo o vecino, diciendo:
Tu eres de la edad de mi hija Josefa y de mi sobrino Juan y así el resto, ya
mayores los varones las cuentas de las edades se sacaban por las quintas del
cuartel.
Las primeras
salidas de la criaturas eran cuando llegaba el momento del bautismo haciéndose
lo más pronto posible, antes morían muchos niños a cortos días y edad, en mi
caso se me murió una hermana. En el bautismo sucedían por las necesidades de
poder y no poder, viendo a unos con trajes nuevos para el momento y otros con
ropas prestadas, eso si, todos teníamos las ropas de salidas de los Domingos,
visitas a los médicos y entierros por muy pobres que sean y se compraban los
tejidos y zapatos al plazo, añadiendo que guardaban también las ropas y sabanas
de las mortajas en las cómodas y roperos.
Ese día iban
caminado por las calles un grupo, la madre en el centro, el padre, los
padrinos-as, hijos mayores, familiares y
vecinos allegados. En aquel tiempo verlos pasar llamaban la atención cogiéndose
la calle de un lado al otro, dejando un olor a fijador, colonia brillantina y hasta polilla, pastillas que
ponían en los roperos para que las ropas no se picaran, abriendo con alegría
las calles que en mis tiempos eran de tierra, si daban un “trompicón” en el
lenguaje de antes y se “estronchaban” un dedo, les dolía menos que si a los
zapatos les hicieran daños, mirándolos y si tenían un daño los limpiaban hasta
con saliva y siempre contando curiosidades, un amigo mío pintor de coches, pintaba los zapatos de vez
en cuando, unas veces blancos, negros y hasta de dos colores…. . En Tenoya el cura en ocasiones, mandaba al monaguillo a traer el agua del
pilar que estaba frente a la
Iglesia , si Molina el encargado de abrir y cerrar el
pilar lo tenía cerrado lo abrían para el
bautismo en muchas ocasiones.
Una vez de
regreso, se brindaban entre ellos en las casas o no dependiendo del poder
económico e incluso se buscaban los padrinos mas pudientes, los niños ya
mayores sabían quien eran sus padrinos y a estos se les pedía la bendición,
cruzando los brazos manteniendo esta costumbre hasta edades bastantes avanzadas
y en ocasiones estos le daban algunas perrillas para golosinas. Los Padrinos a
partir de estos momentos eran padres adoptivos, que en muchos casos nos
aconsejaban. En Tenoya había un solterón
pudiente que tenía muchos ahijados, el cual se le conocía también por
Padrino
Los pañales eran
de tela e iban a las acequias a lavarlos, surgiendo pleitos entre ellas aunque
estuviera a un Km. de distancia sabían quiénes eran, estos pañales se tendían a
la vista, los que escondían eran los paños de las mujeres en su ciclo de
menstruación, ni en mi casa los llegué a verlos, llamándose ropas intimas, e
incluso disimulaban las ropas interiores.
Cuando una niña
le llegaba por primera vez se asustaban por la ignorancia y la madre pregonaba
a partir de ese día “Mi hija ya es mujer” ya tiene 12 años, pues la mía va para
13 y nada.
SEGUIREMOS CON LA SEGUNDA PARTE