Por Tino Torón |
Con motivo del proyecto de la Mayordomía y su entorno realizado y presentado aquel día 17 de Julio de 1993 por ANTONIO ABAD ARENCIBIA VILLEGAS, ante los medios de Comunicación y representantes vecinales, en el que me encontraba presente, escribí con fecha 13 de Agosto de 1993 esta recopilación de fuentes de información añadiendo mis criterios, que hoy después de 19 años quiero publicar en la página “Tamaraceite Actualidad” y poco a poco ir publicando el resto de lo que por mi parte puedo añadir sin olvidar y reviviendo la importancia del lugar y las gestiones realizadas.
La preocupación por el lugar de una zona privilegiada, significativa y de interés histórico del Pueblo de Tamaraceite sigue, donde data su historia de los principios del siglo XVI, en torno a la construcción de un oratorio-cementerio, según huellas del pavimentado, dando lugar a través de los tiempos de la construcción de la presente Ermita de la que ha tenido varias remodelaciones a través de los tiempos.
La historia de la Ermita, sus casas y la zona eminentemente agrícola, pasó por diferentes etapas que ciertamente se comentan, desde grandes temporales, incendio provocado por una gran tormenta por la acumulación de pastos de las siegas en los alrededores que la destruyeron y que a raíz de esos momentos las imágenes tomaron distintos caminos.
Dentro del siglo XVIII, fecha en la que la Ermita estaba bajo la advocación de San Buenaventura y San Sebastián, los viejos dueños se llevaron al primero y el segundo fue a parar a la iglesia de San Lorenzo, aunque la actual imagen que allí existe se le atribuye a la escuela de Lujan Pérez.
La finca y zona privada pasó por diferentes dueños pero una de las familias fue Doña Úrsula Quintana que desde finales del siglo XIX y principios del XX, ya que posteriormente pasó a Don José Rivero Viera que era Maestro Nacional y de su esposa Doña Felipa, quienes se preocuparon por el entorno dejando más claros testimonios. Allí se celebraban competiciones de arrastre, carreras de caballos, juegos autóctonos, etc. Hoy se dice que la finca perteneció a Don Matías Vega Guerra, otros que parte pertenece a Los Sintes como descendientes, quienes la han dejado a la Parroquia y la actual situación y sus límites aun no las tengo claras, por lo que quedaría a posteriori.
Recuerdo ver a un tal Juanito de Arucas, esperando el coche de hora, que vestía de negro con sombrero y que tenía un trozo dentro de la Mayordomía, lo veía como un hombre misterioso, callado del que me contaron que estaba medio loco al amarrarse unas palmeras como olas y tirarse desde los alto de la casa, también he oído que hace unos 30 años se celebró una boda de una tal Loly, de la que hoy es posible averiguar y seguir la historia. Sería esta la última boda hasta el día de hoy, por tanto hay mucha historia enterrada y perdida de la que es en la actualidad posible en parte rescatar.
A raíz de aquí y hasta los años 70 vimos como la zona trasera fue utilizada de almacén de empaquetados sufriendo deterioros, desapareciendo posteriormente la zona agrícola, hasta que en la década de los 90 y a principios, el Cabildo restauraba la Ermita y las casas lindantes a medias y las más lejanas han quedado en total abandono.
A partir de su restauración ha quedado vigilada celebrándose en los últimos años actos en especial un día para las fiestas de San Antonio.
He asistido con agrado a la inauguración de las campanas, aquel 30 de Mayo de 2002 y el 12 de Enero de 2003 en la misa y fiesta canaria.
Últimamente se ha oído varias versiones aunque no concretas de acondicionar todo el entorno. Incluso los propietarios lindantes, según dicen querían construir viviendas en las inmediaciones.
Como he dicho tuve la suerte de asistir aquel histórico 17 de Julio de 1993 al proyecto presentado por el admirado polifacético, escritor, pintor, un hijo que puedo llamar Predilecto del Pueblo de Tamaraceite, ANTONIO ABAD ARENCIBIA VILLEGAS, que nos dejó inesperadamente un año después.
Aquel día ya se estaban produciendo los primeros trabajos de restauración. Yo le pedí permiso para traerme un trozo de madera del último retablo, sin gran importancia artística, pero sirve como testimonio. Pocos meses antes habían robado la campana y las ventanas se tuvieron que enrejar.