Gran Canaria, según Viera y Clavijo, estaba dividida en varios cantones o pequeños estados: Galdar, Telde, Agüimez, Texeda, Aquexata, Agaete, Tamarazeyte, Artebirgo, Artiacar y Arucas, gobernadas por reyes, llamándose el de Tamarazeyte “Adeun”. Tamaraceite desde tiempos prehistóricos ha estado muy influenciada por el hombre ya que era un lugar de vital importancia agrícola y ganadera dentro de la isla de Gran Canaria, como así recogen diferentes historiadores. La población aborigen se asentaba principalmente en lo que hoy conocemos por “La Montañeta” y prueba de ello son las innumerables cuevas que existen en la zona y que sirvieron de vivienda a nuestros abuelos, hace apenas 40 ó 50 años. También se han ido descubriendo otros asentamientos, donde se han encontrado restos de construcciones y necrópolis: Los Dragos, Los Giles, Lomo los Frailes, Rugayo, Las Cuevas del Rey y la Montaña de San Gregorio. Este último yacimiento se encuentra en un antiguo camino que llevaba a la gente en ruta hacia Teror. En uno de sus márgenes se levantaba una ermita del S.XVI de la que sólo quedan restos de sus muros ya derruidos junto a unos "mamotretos" en una zona hasta hace pocos años protegida. Viera y Clavijo, del mismo modo, hace referencia al cantón de Tamarazeyte, ya que cuando se otorgó la escritura de toma de posesión de la isla por Diego de Herrera el 11 de enero de 1476, fueron enviados canarios de cada uno de los pueblos de la isla, entre los que se encontraba el enviado de Tamarazeyte.
Esta zona fue muy abundante en agua por lo que no es equivocado decir que fuera un lugar apetecible para el asentamiento aborigen. Así mismo era un sitio de paso hacia el centro y norte de la isla ya que aprovechaban el barranco de Guanarteme o las suaves lomas que había entre La Isleta y Tamaraceite.
Desde 1476 se data la existencia del cantón de Tamaraceite. Durante la colonización, los historiadores Abreu y Galindo y Morales Padrón hablan de capturas de ganado, productos agrícolas y de la existencia de grandes palmerales. En el S. XVII hay referencias de las primeras inundaciones. En 1641, cuando sólo llevaba un año construida la ermita, un temporal hizo correr el barranco de Tamaraceite, inundándose la misma. Se veían nadando las vigas, tablas y tallas a pesar de que ésta se encuentra a más de 25 metros del lecho del barranco.
En este periodo colonial, S.XVI y XVII, aparte de las cuevas de la Montañeta, se constituye un caserío, concentrado en hacienda de señores y que se ubica en el margen izquierdo del barranco de Tamaraceite, en lo que ahora es El Puente o Las Casas de Abajo. Este primitivo poblamiento, junto a La Mayordomía, donde se levantó la ermita de San Sebastián y San Buenaventura en 1683, estaba compuesto de casas modestas cuyas características de construcción eran: tejado a dos aguas con cubierta de tejas y balconada, existiendo algunas construcciones de dos plantas.
Asimismo en este siglo y en el siguiente, el XVIII, se continúa con la desforestación de toda esta zona. Según René Verneau, aquí aparecen las primeras plantaciones de caña de azúcar. En 1735 el obispo de Canarias don Pedro Manuel Dávila y Cárdenes a través de las Constituciones Sinodales le da a Tamaraceite una población de 100 vecinos.
En el S.XIX hay referencias de cultivos como el trigo, legumbres, papas y hortalizas y se empiezan a construir importantes depósitos de agua. A la influencia de la agricultura y de los fenómenos naturales en la degradación del paisaje hay que sumar desde mucho antes el sobrepastoreo, ya que los rebaños de Tamaraceite permanecían aquí desde noviembre hasta julio, para después trasladarse a Valleseco o Firgas.
René Verneau en su libro Cinco años de estancia en las Islas Canarias habla de cómo era este lugar: “en Tamaraceite todos los cocheros que vienen de la capital hacen su primera parada para que sus caballos descansen y para humedecerse el gaznate. El cochero canario es un tipo especial. Familiar con todos los viajeros, buen chico en el fondo, tiene que hacer un trabajo increíble a cada subida. Ustedes lo verán levantarse de la silla, gesticular, agitar su látigo y dar gritos enormes a sus caballos... He dicho que el agua es abundante en Tamaraceite. Relativamente lo es en toda la isla, pero en ninguna parte como en el norte. A una corta distancia de la carretera, enfrente de Tamaraceite, se ve San Lorenzo, y a lo largo del camino se encuentran aglomeraciones de casas. En esta comarca la naturaleza arcillosa del suelo permite construir sin muchos gastos amplios depósitos. Para conservar el agua es suficiente excavar un agujero en un sitio conveniente”.
Ya en el S. XX, la introducción del plátano y del tomate contribuye a que el paisaje que conforma Tamaraceite se termine de transformar. Desde finales de los años 40 hasta la actualidad, se produce en Tamaraceite una profunda transformación del paisaje urbano con respecto a otras zonas del municipio de Las Palmas de Gran Canaria, ya que hasta estos años, el poblamiento se caracterizaba por un lento crecimiento. En más de 250 años sólo aumenta en 700 habitantes.
La razón de este crecimiento es el masivo éxodo rural que se produce en esta época. Tamaraceite se constituye en una zona de asentamiento barato, sin planificación, cerca de la ciudad y a la vez cerca de sus núcleos rurales de procedencia que son Artenara, Teror, Valleseco, etc. El Nomenclator de 1950 cifra en 2.712 habitantes de derecho y 2.673 habitantes de hecho.
Muchos de estos asentamientos o barrios surgen en zonas donde las actividades agrarias comienzan a caer en desuso, ya que van abandonando los bancales y los embalses.
Los habitantes de estos nuevos barrios se van a emplear en el sector terciario y en la construcción, trabajando muchos de ellos en el sur de la isla. Podemos decir que desde mediados de los años 60 y principios de los 70, Tamaraceite queda convertido en un barrio dormitorio. Al no tener más suelo en el casco, se van situando las nuevas construcciones en la periferia, surgiendo barrios satélites como Lomo de los Frailes, Las Suertes, Piletas y La Galera.
El censo de 1981, efectuado por el I.N.E. en la provincia de Las Palmas, refleja una cifra de 5.708 habitantes. En el padrón de 1986 la cifra era de 7.560 habitantes. En la encuesta de población del I.C.E. realizada en 1996, Tamaraceite casi había doblado su población, arrojando unas cifras de 13.573 habitantes.
En los últimos años del S XX se produjo en Tamaraceite y en general en toda España, un boom económico, con una bajada importante de los tipos de interés, lo que originó una gran demanda de viviendas. Tamaraceite y todo el Distrito Tamaraceite San Lorenzo Tenoya se ha visto muy afectado por este fenómeno, estimándose la población en 34.319 habitantes en el año 2000, y en el último censo los datos son escalofriantes ya que son cerca de 50.000 los habitantes de este distrito.
Pero este aumento de población y de construcciones no se ha visto beneficiado con la realización de una infraestructura adecuada, para que estos habitantes tengan una buena calidad de vida. No hay parques, ni nuevas canchas deportivas, ni un nuevo centro de salud, sino que se continúa con el mismo equipamiento que cuando la población era mucho menor. Tamaraceite desde 1950 hasta los 80, es un claro ejemplo de subdesarrollo urbanístico, con una alta especulación parcelaria, donde no existen zonas verdes, no se reservan áreas para equipamiento y se parcela en función de la demanda del suelo. En los últimos años se está construyendo de manera desmesurada pero con cierta planificación aunque tampoco está siendo equivalente el crecimiento con la creación de infraestructura deportiva, sanitaria y social adecuada.
Esta zona fue muy abundante en agua por lo que no es equivocado decir que fuera un lugar apetecible para el asentamiento aborigen. Así mismo era un sitio de paso hacia el centro y norte de la isla ya que aprovechaban el barranco de Guanarteme o las suaves lomas que había entre La Isleta y Tamaraceite.
Desde 1476 se data la existencia del cantón de Tamaraceite. Durante la colonización, los historiadores Abreu y Galindo y Morales Padrón hablan de capturas de ganado, productos agrícolas y de la existencia de grandes palmerales. En el S. XVII hay referencias de las primeras inundaciones. En 1641, cuando sólo llevaba un año construida la ermita, un temporal hizo correr el barranco de Tamaraceite, inundándose la misma. Se veían nadando las vigas, tablas y tallas a pesar de que ésta se encuentra a más de 25 metros del lecho del barranco.
En este periodo colonial, S.XVI y XVII, aparte de las cuevas de la Montañeta, se constituye un caserío, concentrado en hacienda de señores y que se ubica en el margen izquierdo del barranco de Tamaraceite, en lo que ahora es El Puente o Las Casas de Abajo. Este primitivo poblamiento, junto a La Mayordomía, donde se levantó la ermita de San Sebastián y San Buenaventura en 1683, estaba compuesto de casas modestas cuyas características de construcción eran: tejado a dos aguas con cubierta de tejas y balconada, existiendo algunas construcciones de dos plantas.
Asimismo en este siglo y en el siguiente, el XVIII, se continúa con la desforestación de toda esta zona. Según René Verneau, aquí aparecen las primeras plantaciones de caña de azúcar. En 1735 el obispo de Canarias don Pedro Manuel Dávila y Cárdenes a través de las Constituciones Sinodales le da a Tamaraceite una población de 100 vecinos.
En el S.XIX hay referencias de cultivos como el trigo, legumbres, papas y hortalizas y se empiezan a construir importantes depósitos de agua. A la influencia de la agricultura y de los fenómenos naturales en la degradación del paisaje hay que sumar desde mucho antes el sobrepastoreo, ya que los rebaños de Tamaraceite permanecían aquí desde noviembre hasta julio, para después trasladarse a Valleseco o Firgas.
René Verneau en su libro Cinco años de estancia en las Islas Canarias habla de cómo era este lugar: “en Tamaraceite todos los cocheros que vienen de la capital hacen su primera parada para que sus caballos descansen y para humedecerse el gaznate. El cochero canario es un tipo especial. Familiar con todos los viajeros, buen chico en el fondo, tiene que hacer un trabajo increíble a cada subida. Ustedes lo verán levantarse de la silla, gesticular, agitar su látigo y dar gritos enormes a sus caballos... He dicho que el agua es abundante en Tamaraceite. Relativamente lo es en toda la isla, pero en ninguna parte como en el norte. A una corta distancia de la carretera, enfrente de Tamaraceite, se ve San Lorenzo, y a lo largo del camino se encuentran aglomeraciones de casas. En esta comarca la naturaleza arcillosa del suelo permite construir sin muchos gastos amplios depósitos. Para conservar el agua es suficiente excavar un agujero en un sitio conveniente”.
Ya en el S. XX, la introducción del plátano y del tomate contribuye a que el paisaje que conforma Tamaraceite se termine de transformar. Desde finales de los años 40 hasta la actualidad, se produce en Tamaraceite una profunda transformación del paisaje urbano con respecto a otras zonas del municipio de Las Palmas de Gran Canaria, ya que hasta estos años, el poblamiento se caracterizaba por un lento crecimiento. En más de 250 años sólo aumenta en 700 habitantes.
La razón de este crecimiento es el masivo éxodo rural que se produce en esta época. Tamaraceite se constituye en una zona de asentamiento barato, sin planificación, cerca de la ciudad y a la vez cerca de sus núcleos rurales de procedencia que son Artenara, Teror, Valleseco, etc. El Nomenclator de 1950 cifra en 2.712 habitantes de derecho y 2.673 habitantes de hecho.
Muchos de estos asentamientos o barrios surgen en zonas donde las actividades agrarias comienzan a caer en desuso, ya que van abandonando los bancales y los embalses.
Los habitantes de estos nuevos barrios se van a emplear en el sector terciario y en la construcción, trabajando muchos de ellos en el sur de la isla. Podemos decir que desde mediados de los años 60 y principios de los 70, Tamaraceite queda convertido en un barrio dormitorio. Al no tener más suelo en el casco, se van situando las nuevas construcciones en la periferia, surgiendo barrios satélites como Lomo de los Frailes, Las Suertes, Piletas y La Galera.
El censo de 1981, efectuado por el I.N.E. en la provincia de Las Palmas, refleja una cifra de 5.708 habitantes. En el padrón de 1986 la cifra era de 7.560 habitantes. En la encuesta de población del I.C.E. realizada en 1996, Tamaraceite casi había doblado su población, arrojando unas cifras de 13.573 habitantes.
En los últimos años del S XX se produjo en Tamaraceite y en general en toda España, un boom económico, con una bajada importante de los tipos de interés, lo que originó una gran demanda de viviendas. Tamaraceite y todo el Distrito Tamaraceite San Lorenzo Tenoya se ha visto muy afectado por este fenómeno, estimándose la población en 34.319 habitantes en el año 2000, y en el último censo los datos son escalofriantes ya que son cerca de 50.000 los habitantes de este distrito.
Pero este aumento de población y de construcciones no se ha visto beneficiado con la realización de una infraestructura adecuada, para que estos habitantes tengan una buena calidad de vida. No hay parques, ni nuevas canchas deportivas, ni un nuevo centro de salud, sino que se continúa con el mismo equipamiento que cuando la población era mucho menor. Tamaraceite desde 1950 hasta los 80, es un claro ejemplo de subdesarrollo urbanístico, con una alta especulación parcelaria, donde no existen zonas verdes, no se reservan áreas para equipamiento y se parcela en función de la demanda del suelo. En los últimos años se está construyendo de manera desmesurada pero con cierta planificación aunque tampoco está siendo equivalente el crecimiento con la creación de infraestructura deportiva, sanitaria y social adecuada.